¿HACER CAMPAÑA SIN VIOLAR LA LEY?

Y es que le guste o no a muchos críticos, lo cierto es que los opositores por lo menos tuvieron el cuidado de amparar a su candidato presidencial

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Especial

Parece la pregunta del millón.

¿Cómo hacer campaña presidencial sin violentar la ley?

El problema, sin embargo, es que tanto el bloque oficial –Morena y su pandilla–, como los opositores –agrupados en Va por México–, juegan el mismo juego engañoso de hacer campaña presidencial, a los ojos de todos, pero disfrazada.  

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Y es que le pueden llamar como gusten y manden pero, al final de cuentas, tanto el oficialismo como los opositores hacen todo lo impensable para defraudar la ley electoral y la Carta Magna.

Unos, en Morena, le darán a su candidato presidencial el cargo de “coordinador en defensa de al 4T”.

Otros, en Va por México, a su aspirante presidencial le llamarán “coordinador del Frente Amplio Opositor”.

Un juego de palabras que, al final de cuentas, es la misma trampa y el mismo intento de burlar la ley.

Sin embargo, existe una diferencia fundamental, que no es menor, que marca una diferencia sustancial y que le da el beneficio de la duda a los partidos y los políticos agrupados en Va Por México.

La diferencia es que mientras que Morena, el dueño de Palacio y sus “corcholatas” violan la ley de manera burda y vulgar, en Va por México buscaron y encontraron una figura legal que borra la vulgaridad de los “morenistas” y su farsa llamada Cuarta Transformación. 

Y es que le guste o no a muchos críticos, lo cierto es que los opositores por lo menos tuvieron el cuidado de amparar a su candidato presidencial en la figura de “Frente”; un concepto que está reconocido en la Constitución y en la Ley Electoral.

Dicho de otro modo: “la misma gata, sólo que revolcada”, como dice el refranero popular.

Y es que nos guste o no, hoy por hoy el juego se llama: “cómo hacer campaña sin violar la ley”.

Y mientras que a Morena, a sus leales y a sus “corcholatas” nada les importó la Ley Electoral y la Carta Magna –las cuales violan de manera tumultuaria a diario–, los opositores de Va por México encontraron la formula que permite “hacer campaña sin violar la ley”.

¿Y por qué acudir a un escenario extremo como el de “hacer campaña sin violar la ley?

Por dos razones fundamentales; el tiempo y la forma.

¿Y eso qué significa?

Primero, que la sociedad civil y los simpatizantes de los partidos opositores –PRI, PAN y PRD–, cuestionaron el letargo de sus dirigencias y la incapacidad para ofrecer una alternativa viable frente al poder presidencial avasallante que adelantó los tiempos, los destapes y el “dedazo”.

Y es que los aliancistas agrupados en Va por México se vieron en medio de dos bloques al parecer insalvables; recuperar el tiempo perdido y transitar por la ruta de la legalidad.

Dicho de otra forma; debían mostrar la capacidad suficiente para lograr lo impensable y casi imposible: recuperar el tiempo perdido, lograr la unidad entre el agua y el aceite –entre PRI, PAN y PRD–, la indispensable apertura a la sociedad civil y, sobre todo, no violentar la ley.

Al final lograron las cuatro premisas, salvaron las formas, además de que lograron domar las ambiciones sin freno de los dirigentes partidistas para que no se apropiaran de las dirigencias y, de esa manera, para convertirse en candidatos presidenciales.

Sin embargo, y a pesar del impensable paso que dieron al lograr la coalición y el frente opositor, menudearon las críticas y las protestas de no pocos actores políticos, algunos de ellos emblemas de la oposición, como el ex presidente Felipe Calderón.

Y es que nadie duda de que existen fallas y gazapos evidentes en la fórmula y el método alcanzados por Va por México.

Sin embargo, son más y de mayor calado los puntos inéditos logrados con el Frente Amplio que las fallas y los huecos de la formula alcanzada para impulsar al mejor candidato opositor, salido de una coalición que, hasta hace pocas horas parecía imposible entre PAN, PRI y PRD.

Por lo pronto, los partidos y sus liderazgos hicieron su parte.

Y hoy la pelota está en la cancha de los ciudadanos, los potenciales votantes y los electores.

¿Seremos capaces los ciudadanos sin filiación partidista de entender el momento y de actuar con la misma congruencia?

Al tiempo.