Intro: “Yo soy el destapador y mi corcholata favorita será la del pueblo”. Andrés Manuel López Obrador, conferencia matutina del 12 de julio de 2021.
Desde hace más de once meses hemos escuchado la palabra “corcholata”, no como un tapón metálico con el que se cierran de manera hermética envases que contienen líquidos y que se coloca a presión (como dice el diccionario); sino en el sentido político: para designar a las personas que son “destapadas” para ocupar un cargo político importante, en este caso, ser candidatos a la presidencia de México por el partido Morena y sus aliados.
Desde entonces nos referimos a los precandidatos como “corcholatas”, un error, ya que estamos reduciendo a una persona a la condición de cosa. Un precandidato es una persona con posibilidad de
Usar correctamente el lenguaje es en beneficio de todos. Hay una dignidad en ser “candidato” que no la tiene ser “corcholata” aunque haya quien haga lo indecible por entrar en esa clasificación.
Quizá más preocupante que el uso erróneo del lenguaje es la desmedida atención que damos al tema de los precandidatos.
Finalmente, sabemos quien será el que tomará la decisión final, si no es que ya lo tomó; y mientras que hablamos de encuestas, renuncias, posibilidades y métodos de selección, dejamos de hablar de temas importantes para el país, como: son la violencia, corrupción, la crisis del sector salud, los problemas de los agricultores, el aumento de la deuda pública, la cancelación de las NOM en salud; por mencionar algunos.
Los precandidatos son un gran distractor de los problemas del país, sugiero centrarnos en lo importante.
Buen domingo a todos y gracias por leerme.
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