En el tema del aeropuerto, el dilema fue: quién manda

Al momento de escribir este texto, desconozco cuál será el resultado de la consulta sobre el aeropuerto a la que convocó AMLO a partir del jueves pasado.

El resultado será muy importante, pero lo será más aún lo que subyace en éste.

El fondo no es el método de las consultas como un mecanismo para la toma de decisiones por parte del presidente; tampoco se trata de que se ignoren las normas legales que regulan las consultas, para hacer éstas al gusto.

No, lo más relevante es que AMLO quiso poner de manifiesto frente a los grandes empresarios y los mercados financieros, quién tiene la autoridad.

De acuerdo con algunos cercanos al primer círculo de AMLO, se tiene la certeza de que en caso de que la decisión sea cancelar el proyecto de Texcoco, la sacudida de los mercados será temporal y en pocos días o semanas se regresará a la normalidad.

En una entrevista con Denise Merker, el viernes pasado, López Obrador fue claro: lo que está en juego es la autoridad del Estado Mexicano y lo que se va a buscar con la consulta es la opción menos mala, en lo que a su juicio es un proceso que empezó mal desde el principio.

Si hay que mandar el mensaje respecto a quién manda en el país; si las dos opciones son malas y se buscará la menos mala, y si la perturbación de los mercados va a ser transitoria, la inclinación se va perfilando. Ya sabe usted hacia dónde.

Sin embargo, en contra de lo que muchos en México piensan, no hay una corrida del capital internacional frente a estas actitudes de AMLO.

De hecho, las apuestas de largo plazo han subido por parte de algunos.

Por ejemplo, BlackRock, el administrador de fondos más importante del mundo, hizo efectiva hace unos días la compra del negocio de administración de activos de Citibanamex y desembolsó alrededor de 250 millones de dólares, con lo que su cartera en México se acerca a los 3 mil 200 millones de dólares.

De hecho, Larry Fink, CEO de la empresa y uno de los financieros más influyentes del mundo, estuvo en México el jueves pasado y reafirmó el compromiso de la firma con el país y con el futuro gobierno.

Hasta ahora, a casi cinco meses del triunfo de AMLO no se percibe una corrida contra el peso ni una salida de capitales.

Definitivamente, las empresas pagaron por ver.

La incógnita es si el asunto del aeropuerto puede significar el comienzo de un cambio en la percepción de los hombres del dinero respecto a AMLO.

Creo que los críticos de López Obrador exageraron el posible impacto que podría tener la cancelación en los mercados y en las inversiones.

Pero al mismo tiempo, AMLO ha minimizado el hecho de que podría terminar lo que algunos llamaron “la luna de miel” con el sector empresarial.

Regreso a la explicación que el viernes daba López Obrador: el tema de fondo es la autoridad del Estado.

López Obrador no quiere que los inversionistas o los empresarios le impongan prioridades. Quiere dejar claro que en la relación con ellos las cosas serán diferentes.

Y aun en el caso de que al final de cuentas se optara por Texcoco, cambiarían las condiciones.

Insisto, no es el tema de las consultas, aunque veamos otras en el futuro, sino la definición de quién tiene la sartén por el mango, lo que se define en el caso del aeropuerto.