El tic tac del reloj geopolítico

Columna DE GEOPOLÍTICA: el tic tac del reloj geopolítico
Columna DE GEOPOLÍTICA: el tic tac del reloj geopolítico

La geopolítica como ciencia tiene su origen justo, en el apogeo del imperio de la reina Victoria, el British Global Ordinem, definía estilo de vida, procesos económicos, estándares financieros, controles comerciales, pactos y alianzas militares, avances científicos y ante todo, fue parte del proceso de la Revolución Industrial, al ofrecer la certidumbre de cómo debían de ser las acciones de los Estados hegemónicos para mantener su statu quo, en la rivalidad perene que se mantenía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. 

La geopolítica en esa primera etapa de su formación teórica-metodológica, estableció como punto fundamental para su estudio las condiciones geográficas, fueran terrestres o marítimas para dar certeza al sostenimiento de las fronteras entonces conocidas, pero de igual manera, en determinar los alcances de las posesiones de ultramar de las potencias de ese momento histórico, sin soslayar, los factores de las condiciones sociales, históricas y políticas; eran la otra parte mediante las cuáles, se tomaba en cuenta la definición de la acción geopolítica de una nación. 

Sin embargo, a poco más de un siglo de formado el pensamiento geopolítico, sus influjos son diversos, en dónde lo geográfico y las condiciones inherentes a la nación, no son los únicos elementos con los que se puede hacer un adecuado análisis, ahora, el discurso político, otorga elementos interesantes para establecer no sólo la ideología o el proceso de adoctrinamiento que una élite desea definir sobre una sociedad nacional, también se debe de considerar, su capacidad de ejercer el Poder Nacional, tomando en cuenta la estructuración teórica que ha evolucionado del pensamiento de Hans Morgenthau al de Barry Buzan, al respecto. 

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Pero qué decir, cuando al pensamiento geopolítico, es parte esencial del Nationalibus securitatis (seguridad nacional) y ofrece una amplia gama de opciones para ser ejecutadas ante las amenazas y riesgos que a diario tiene que afrontar el Estado nacional y más aún, cuando los escenarios internacionales se hacen complejos conforme pasan horas y días; y las acciones diplomáticas no auguran una situación satisfactoria para las partes involucradas, obligando a tener en cuenta que se puede presentar un contexto no esperado con anterioridad, que debe de ser atendido a la brevedad, para mantener la integridad de la nación. 

El siglo XXI, ha venido a vigorizar el pensamiento e igualmente, el razonamiento geopolítico, en donde, los escenarios se entremezclan, se hacen complejos, dinámicos y antes que nada, son multidimensionales; pues los procesos de la evolución de los Estados nacionales, requieren de una constante interacción para su propio desarrollo y es ahí en dónde la geopolítica tiene un aporte crucial, pues aún cuando la sociedad internacional se ha ido transformando para buscar mejores condiciones de entendimiento político, dar certidumbre a la cooperación internacional, abatir la pobreza, aún prevalecen condiciones de alta conflictividad regional y mundial, de características diversas, como son las religiosas, étnicas, ambientales, ideológicas o tan solo de reminiscencias de un pasado glorioso, que buscan retomarse a costas de naciones soberanas. 

En ese sentido, la geopolítica nos ha permitido obtener una visión de la complejidad que dejo un hecho inédito para nuestra era, como fue la pandemia del COVID-19, cuyo primer efecto fue la incertidumbre, sin embargo, la ciencia tuvo la capacidad devolverle a la sociedad global, que pudiera retomar, lo antes posible, sus actividades cotidianas.  Pero de igual manera, nos está permitiendo racionalizar los cambios abruptos que la sociedad global está teniendo, a condición de los efectos en la guerra de Putin sobre Ucrania, como de las intenciones de la República Popular de China, por ser la nueva nación hegemónica que defina los derroteros del siglo XXI. 

Asimismo, la vertiginosa evolución de la artificialis intelligentia (inteligencia artificial), teniendo como ejemplo el ChatGPT, o las tecnologías de inteligencia como Pegasus; hacen que las condiciones clásicas del pensamiento geopolítico tengan nuevas líneas de investigación, que presuponen que la visión clásica de considerar al espacio físico, son la base de una nueva manera de entender, que los campos de conflictividad ahora están en el ciberespacio, pero al mismo tiempo, en la cualidad que este espacio intangible modificara el entendimiento entre las naciones. 

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En pleno siglo XXI, la geopolítica se encuentra en una faceta compleja en donde interactúan las complicaciones de los fenómenos migratorios, con las redes sociales, como también, las cadenas de suministros se trastornan a razón de las acciones populistas de un grupo político, y qué decir del cambio climático ante las demandas sociales.  Todas estas redes que se van estableciendo, hacen dinámico el pensamiento geopolítico, le permiten al tomador de decisiones, realizar una serie de escalas, para identificar una diversidad de variables que pueden afectar una condición que el Estado debe de asumir y que no ha cambiado desde la Pax de Westfalia: vivir o sobrevivir. 

Si el imperio Romano definió su construcción a través del establecimiento del Lime como una manera de diferenciar lo que era el espacio de Roma del de los extranjeros, ahora el Lime, se desborda por la investigación espacial, pues la búsqueda de la última frontera como asevera el slogan de Star Trek, está en proceso de llevar cabo masivas investigaciones tanto en la Luna como en Marte, que permitan el desarrollo de la sociedad global, y por otro lado, el ciberespacio es otra frontera que no tiene límites para la innovación tecnológica y científica, el tiempo-espacio se vuelve hoy y ahora, el mañana es el pasado y el pasado es el futuro.  La geopolítica ahora tiene un reto enorme por mantener su dinamismo y realizar sutiles cambios que fortalezcan las necesidades de preservar la existencia del Estado, el mayor tiempo posible, pues tiene que enfrentar viejos enemigos, con nuevas amenazas y riesgos, el Estado se transforma y con él, la teorización y  el método geopolítico. 

El tablero mundial, va adquiriendo nuevas maneras de interactuar, algunos adversarios prefieren las viejas estrategias, otros hacen uso de la innovación científica, otros más, se esconden entre la oscuridad del escenario para buscar dar un golpe de suerte, que les permita recuperar herencias perdidas, pero el tablero mundial, sigue siendo el espacio de las diferencias y alianzas, de la controversia y la negociación, el tablero está a la espera de los nuevos movimientos que depare el siglo XXI. 

Mientras tanto en Palacio Nacional, la danza por la silla presidencial ha dejado a una corcholata en la nada, mientras las otras bailan, juegan y buscan su mejor pose político-electoral, para ser la favorecida y mientras ello acontece, la migración desbordada se vuelve un tema complejo que caldea los ánimos frente a las aseveraciones de legisladores y gobernadores en EEUU, ante los dichos y comentarios mañaneros. La relación bilateral con nuestro vecino del norte es vital para el devenir de la nación, justo en el marco de una tensa situación global, ricinum ricinum horologii geopolitici iter continuat et ex opposito choro capsulae lagenae (el tic tac del reloj geopolítico sigue su marcha y en sentido opuesto, la danza de las corcholatas).

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