Las maniobras, fórmulas y posibles traiciones por la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN), de las que se hizo estos últimos días, se acercan cada vez más a su cometido: la continuidad del anayismo en un blanquiazul.
Es casi cínica la manera en la que “el chico maravilla”, Ricardo Anaya, acomodó las piezas para que sea su consentido, Marko Cortés, quien controle el PAN a nivel nacional.
Primero, se planteó una traición en contra del fiel defensor de la candidatura presidencial de Anaya Cortés: Damián Zepeda.
Lo que fuentes extraoficiales aseguraron, fue que a Zepeda se le arrebatará la coordinación panista en el Senado para dársela al exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien abandonaría de ese modo la competencia por la dirigencia del PAN.
Con el pacto Cortés-Morenovalle, quedaron más que reforzadas las aspiraciones del primero, pero para remacharlas hubo que neutralizar al otro aspirante: Héctor Larios, a quien con la promesa de recibir la Secretaría General del PAN, este lunes le dejó el camino libre a Cortés Mendoza.
Con la nueva fórmula Anaya-Córtés-Morenovalle-Larios, resulta una apuesta segura a la continuidad del anayismo en el albiazul, salvo que la oposición, representada por Manuel Gómez Morín logre una alianza más poderosa antes del 11 de noviembre, fecha tentativa de la elección interna del PAN.
Manuel Gómez Morín, otro de los aspirantes a dirigir el partido y presumiblemente apoyado por el expresidente Felipe Calderón, ha expresado en público su rechazo a la candidatura de Marko Cortés y de Héctor Larios, a quienes calificó como “desfiguros” de los grupos cupulares del PAN.
Y tiene razón, pues hasta los gobernadores panistas apoyan la candidatura de Cortés. Este lunes, en el marco del informe del informe de gobierno de mandatario queretano, Francisco Domínguez, los gobernadores de Aguascalientes, Puebla, Nayarit, Durango y Quintana Roo, hicieron la “cargada” al favorito de Anaya.