En la entrega del pasado jueves dijimos que Porfirio Muñoz Ledo era una especie de Santa Anna moderno, pues se ha aparecido en todas las coyunturas políticas de nuestro país desde hace 50 años. A veces a motu propio, a veces reciclado por grupos de poder.
Con su comportamiento golpista de los últimos días, Muñoz Ledo confirma nuestra tesis. Recordemos que en su última aparición en escena, Antonio López de Santa Anna encabezó un golpe de Estado contra los poderes legalmente constituidos en 1853.
Al llamar a sus seguidores a tomar este lunes la sede del partido Morena en la Ciudad de México y proclamarse “dirigente legítimo”, Muñoz Ledo intenta dar un golpe en contra de la actual dirigencia provisional, encabezada por Alfonso Ramírez Cuéllar –que igual y se lo permite o hasta le ayuda– y en contra del trabajo del INE, que tiene a su cargo la elección interna.
Muñoz Ledo alega que obtuvo el triunfo en la contienda porque superó a su principal contendiente, Mario Delgado, por medio punto porcentual.
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Si se hubiera tratado de una votación directa, como ocurre en cualquier elección de un cargo de elección popular, Porfirio tendría razón, pues en estos casos las contiendas se ganan con un voto de diferencia. Y medio punto porcentual pueden ser muchos votos.
Pero al tratarse del resultado de varias encuestas, no estamos hablando de votos duros sino de un dato estadístico que puso a Porfirio con el 25.34 por ciento de las preferencias contra el 25.29 por ciento obtenido por Delgado.
Cualquiera con un poco de conocimiento de estadística sabe que un resultado en el que el ganador no supere por al menos tres puntos a su más cercano competidor se considera un empate técnico, debido a los sesgos y al margen de error que puede haber en toda encuesta.
En síntesis, Porfirio Muñoz Ledo no ganó la elección organizada por el INE y por lo tanto lo más civilizado sería que esperara a que el órgano electoral realice la encuesta de desempate que tendrá lugar en los próximos días.
Pero en lugar de ello, Porfirio se engalla y se prepara para el acto circense y provocador de intentar tomar las instalaciones de Morena para rendir protesta –eso dice él— como “dirigente legítimo”.
Este comportamiento es muy similar al observado en el 2006 por Andrés Manuel López Obrador, cuando, ante un resultado oficial que no le favoreció, intentó con sus legisladores leales ciegos de entonces dar un golpe de Estado e impedir por la fuerza la toma de posesión de Felipe Calderón.
Al igual que Porfirio, en el 2006 López Obrador rindió protesta ante sus seguidores como “presidente legítimo”, pero su “presidencia” fue una caricatura, pues ni un solo gobernador, ni siquiera los emanados del PRD, que había varios, lo reconoció como tal.
Porfirio está a punto de terminar su carrera con un ridículo parecido, si se aferra a ostentarse como “dirigente legítimo” ahora o más adelante, si eventualmente la encuesta de desempate le da el triunfo a Mario Delgado.
Lo dijimos el jueves y lo reiteramos: qué forma tan poco honrosa de Porfirio Muñoz Ledo de terminar su carrera política: como ariete de los ultras de Morena, que ahora lo empujan al golpismo absurdo.
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OFF THE RECORD
LO QUE LE MOLESTA A AMLO
El pasado viernes, el dirigente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, preguntó: ¿Qué le molesta señor presidente?
La respuesta es sencilla: lo que le molesta son las voces disidentes dentro y fuera de su equipo.
El presidente López Obrador se enfurece con quien se atreve a pensar por sí mismo, como ocurrió con los cuatro senadores de Morena que tuvieron el arrojo de presentar una iniciativa para darle autonomía técnica a la Cofepris.
López Obrador no dudó en usar la plaza pública, como acostumbra, para amenazar a estos cuadro senadores.
“Tengan cuidado…fíjense hasta dónde llegan”, les advirtió.
Y pues…tuvieron tanto cuidado que mejor retiraron su iniciativa, que por cierto, no era mala.
**COMO TRUMP
El presidente López Obrador está a punto de entrar a la lista de mandatarios intolerantes con la prensa, como Donald Trump, de Estados Unidos, Nicolás Maduro, de Venezuela, Jair Bolsonaro, de Brasil o Nayib Bukele, de El Salvador.
Así lo advirtió el periodista estadunidense Jon Lee Anderson, quien se dijo preocupado por lo que observa constantemente en las mañaneras de López Obrador: el reclamo, el insulto y la estigmatización de medios o periodistas que le incomodan.
twitter:@pepecontreras_m