¡EL DICTADOR OBRADOR ADOCTRINA LA EDUCACIÓN!

El adoctrinamiento a través de la educación básica es un recurso propio de todas las dictaduras del mundo y existe a lo largo de la historia

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Especial

El adoctrinamiento a través de la educación básica es un recurso propio de todas las dictaduras del mundo y existe a lo largo de la historia.

Incluso, en el extremo, el “adoctrinamiento” es parte del llamado “manual del dictador” que empoderó a los sátrapas en la historia.

Se trata de un recurso dictatorial al que han recurrido tanto Mussolini, como Hitler, Stalin, Mao y Castro –entre muchos otros tiranos–, sobre todo una de las dictaduras más longeva de la historia moderna: Corea del Norte.

Pero la noticia de hoy –en el México de AMLO–, es que con la llegada de la nueva titular de Educación, en el gobierno federal, la señora Leticia Ramírez, se normaliza el adoctrinamiento dictatorial, ordenado desde el poder presidencial, en la educación básica.

En efecto, se confirma que desde la educación primaria el gobierno de AMLO pretende poner en práctica el adoctrinamiento –ordenado desde lo más alto del poder–, para someter a los niños mexicanos a la doctrina destructiva, abusiva, mentirosa y pedestre de Morena.

Y es que según la “nota principal” del diario Reforma –del miércoles 17 de agosto del 2022–, en el próximo ciclo escolar, la Secretaría de Educación Pública llevará a cabo el Plan de Estudios para la Educación “que busca combatir el colonialismo, el patriarcado, el mercantilismo” y, sobre todo, “limitar la educación a solo cubrir perfiles laborales”.

Es decir, que “cuando las niñas y los niños empiezan a estudiar la modernidad y sus procesos históricos, científicos, productivos, tecnológicos, culturales y artísticos, en realidad están estudiando los procesos de colonización y sus dominios (…) desde una perspectiva “colonial de la inclusión”.

Por eso, es imprescindible que los estudiantes sean conscientes de que viven en un mundo globalizado que no logra ser para “todos”.

Además, el Plan de Estudios que pretende imponer López Obrador a partir de la nueva titular de la SEP, establece cuatro premisas de la nueva concepción educativa.

1.- Nuevo plan económico: lo que significa cambiar el paradigma de la “apropiación” de la tierra y la explotación humana.

2.- Concepción de Política: que pretende modificar el paradigma del “control de las autoridades”.

3.- Nuevo concepto social, que busca un moderno “control de género, clase social, sexualidad, condición étnica”.

4.- y un nuevo concepto epistémico: lo que lleva a modificar el concepto del “control del conocimiento y las subjetividades” del saber. 

Es decir, que la SEP mexicana creará una nueva interpretación filosófica para entender el estudio de los principios, fundamentos, extensión y métodos del conocimiento humano.  

En pocas palabras, asistimos a la locura presidencial de imponer en México el adoctrinamiento con fines dictatoriales.

Y es que si lo han olvidado, la historia de la humanidad está construida a partir de repetidos y diversos intentos de adoctrinamiento por parte de las élites de poder; desde el tiempo de las cavernas hasta la actualidad.

Se trata del intento reiterado de los líderes, gobernantes y tiranos por obligar a sus pueblos y/o seguidores a pensar y actuar de la misma manera que lo ordena el hombre fuerte; es decir, convertir a los individuos al pensamiento idéntico al del “amado líder”.

Y, por si no lo saben, el verbo “adoctrinar” significa “inocular”, “inculcar” o “instruir” al ciudadano –desde el poder y de manera deliberada–, una doctrina, ideal, línea de pensamiento o un modelo de gobierno.

Por eso el objetivo central de todo intento de adoctrinamiento político es moldear el pensamiento social en la misma sintonía del poder hegemónico, del gobierno dominante, del “líder del movimiento”, del partido o del gobierno que pretende la dominación social.

El adoctrinamiento busca, sobre todo, unificar la manera de pensar del mayor número de individuos posibles de la sociedad; establecer un mismo parámetro para la expresión de los sentimientos, los valores, la obediencia y, sobre todo, las bondades de la convivencia colectiva.

Al final, el diseño del adoctrinamiento político ordenado desde el poder a través de la educación pública tiene como objetivo central el sometimiento absoluto de la sociedad.

Y es que mientras que los sistemas educativos tradicionales apuestan por la aportación al ciudadano de la mayor cantidad de conocimientos, que hagan posible el pensamiento autónomo de cada persona, el adoctrinamiento anula la autonomía del pensamiento, la capacidad crítica del individuo y sólo deja espacio para repetir la doctrina que le impone la propaganda.

De esa manera, el adoctrinamiento aísla al ciudadano de la realidad que lo rodea y, por tanto, lo hace impermeable a otras expresiones y formas de pensar que, en la educación tradicional, son el objetivo.

Dicho de otro modo, el adoctrinamiento impone, nunca educa y, por tanto, acaba con la tolerancia, la capacidad crítica y la diversidad de ideas.

El adoctrinamiento en la Italia de Mussolini, en la Alemania de Hitler, en la Unión Soviética de Stalin y en la Cuba de Castro –por citar algunos casos–, impuso dogmas, creó héroes y mártires, unificó el pensamiento y la capacidad de opinar; además de que estigmatizó al enemigo externo y reforzó el culto al “amado líder” como extensión de la divinidad.

Todo ello mediante la propaganda panfletaria, la verdad oficial y el dogma de Estado, convertidos en “la nueva educación”.

Un adoctrinamiento en cuya memoria registra ejemplos de atrocidades vergonzosas cometidas contra la humanidad.

Por ejemplo, Hitler ordenó el asesinato de millones de judíos en medio del silencio no sólo de los alemanes, sino de buena parte del mundo, Stalin condenó a la hambruna a millones de rusos, en medio de su criminal tiranía, mientras que Castro, en Cuba, es uno de los mayores criminales en América.

Bueno, incluso el “admirado” Robespierre –cuya influencia en Italia fue mítica–, condujo a las masas parisinas al delirio irracional de la venganza mortal, al mandar a la guillotina a supuestos enemigos de la República.

El fanatismo y el adoctrinamiento desde el poder conducen –a pueblos enteros–, a festines impensables, irracionales; atrocidades dantescas para acabar con los enemigos, los adversarios, los críticos y quienes se atreven a pensar distinto.    

Lo cierto, sin embargo, es que el adoctrinamiento y el fanatismo no sólo son producto del deseo unilateral del tirano, por más popular, carismático, empoderado o mentiroso que resulte.

No, para convencer a la sociedad de las bondades del adoctrinamiento y del fanatismo son condiciones –sine qua non–, una crisis económica, política, de seguridad y social –una crisis de ingobernabilidad–, que convierte al tirano en salvador de la patria.

En pocas palabras, igual que los tiranos de la historia, López Obrador ha puesto en marcha el más peligroso proceso de adoctrinamiento desde la educación básica; un nuevo crimen de Estado que debe ser denunciado en el mundo entero.

Al tiempo.