El pasado 13 de noviembre, dos aviones de pasajeros, uno de Volaris y otro de Aeroméxico, estuvieron a punto de chocar de frente al acercarse al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, por errores de la oficina del gobierno de la “Cuarta Transformación” que se encarga de la seguridad en el espacio aéreo.
El avionazo que estuvo a punto de provocar la negligencia
De acuerdo con un reporte interno, cuyos datos fueron difundidos ayer por el columnista de La Razón, Mauricio Flores, los aviones de Volaris y Aeroméxico estuvieron a punto de chocar en el espacio aéreo de la Ciudad de México a la altura de San Angel.
Solo la entrada en funcionamiento del TCAS (Traffic Alert and Collision Avoidance System) evitó una tragedia de enormes proporciones debido a que habría muchas víctimas no solo a bordo de los aviones, sino en tierra.
Gracias al TCAS, los dos aviones alcanzaron a desviar sus trayectorias de último momento y el de Volaris tuvo que buscar otra alternativa para aterrizar para no empalmarse con el de Aeroméxico en el AICM.
Entre los dos aviones hubo una cercanía de aproximadamente 200 metros, distancia que, a la velocidad con que viajaban, se hubiera recorrido en solo dos segundos.
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¿Avionazo es culpa del nepotismo?
Ese inusual acercamiento de los aviones fue consecuencia de las fallas de los controladores aéreos, que dependen de Servicios de Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), una dependencia del gobierno a la que llegó la improvisación y el nepotismo con la actual administración federal.
La principal señalada por los errores es la controladora Rubí Ramírez Torres, quien aún se encuentra en proceso de capacitación, y quien es cuñada de Arely Gallardo Arteaga, la jefa del Centro de Control México.
Aguas: este mismo Seneam es el que deberá garantizar la seguridad de las operaciones coordinadas entre el AICM y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles cuando éste entre en operación.
JC
