Hace unas semanas el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, calificó como “adivinanzas” los pronósticos económicos que realizaron el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), pues el funcionario federal insistió que para 2024 el crecimiento económico sería de 4 por ciento.
En ese momento el FMI dio a conocer que el crecimiento económico del país sería de 1.6 por ciento y la tasa promedio anual caería 2.5 por ciento —menor a la que se registró en el sexenio de Enrique Peña Nieto, que fue de 2.6 por ciento.
Pues resulta que este jueves la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ajustó las expectativas de crecimiento económico para México, a la baja, ya que el 2019 pasó de 2 a 1.6 por ciento y el 2020 de 2.3 a 2 por ciento.
“La economía mexicana se mantiene con crecimiento “moderado”, al arrastrar problemas como el declive de la producción petrolera, la informalidad, el incremento en la inseguridad y la incertidumbre por la política interna”, se detalló en el reporte OCDE Encuesta Económica de México 2019.
Otro punto que destacó la OCDE, es la incertidumbre que se vive tanto de manera interna como externa, lo que provoca que este momento no sea el mejor para invertir.
Para el organismo es necesario que el país brinde una mayor igualdad de oportunidades entre mujeres y los pueblos indígenas, ya que eso hará frente a la disparidad de bienestar.
También recomendó que se liberen más recursos para los sectores más vulnerables, pues esto puede reducir la fragmentación en los programas de salud y el sistema de pensiones; en consecuencia “se podrá mejorar la calidad, equidad y sustentabilidad fiscal”.
Uno de los grandes problemas que vive la economía del país es la informalidad, ya que gracias a ésta no crece la productividad y la capacidad fiscal, que eventualmente pudieran proveer beneficios públicos y una mayor distribución.
