CEGUERA DE TALLER

El término ceguera de taller se refiere también a la costumbre de hacer las cosas de la misma manera todo el tiempo

El otro día comentaba con una amiga que después de escribir, reescribir y revisar un texto llega un momento que “dejas de ver” los errores. Sólo hasta el momento en que ves impreso el documento, o que enviaste el correo electrónico, te das cuenta de ellos y te preguntas ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta antes?
Mi amiga me explicó que este problema es conocido como “ceguera de taller”. Por ello necesitamos otros ojos (en mi caso editores o buenas amigas) que te ayuden a que el texto no tenga los errores que, para quien lo escribe, son casi imposibles de ver.
El término ceguera de taller se refiere también a la costumbre de hacer las cosas de la misma manera todo el tiempo, cuando un procedimiento nos resulta tan familiar y cotidiano, nos impide ver opciones, riesgos y oportunidades que están presentes en todo momento.
Nuestra rigidez de hacer las cosas siempre del mismo modo, nos quita oportunidades. La cerrazón nos impide avanzar. Si nos cerramos a nuestras creencias, nos negamos a escuchar otros puntos de vista, desoímos consejos y nos quedamos en nuestra zona de confort difícilmente veremos las oportunidades que están a nuestro alrededor.
Y ya sabemos lo que dicen acerca de las oportunidades: “Sólo hay dos cosas que nunca vuelven atrás, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida”.
Por supuesto que si dejamos ir las oportunidades, alguien las aprovechará. Es raro que una oportunidad se desaproveche, simplemente sucede que alguien más las toma y punto. Un buen ejemplo de ello proviene de la industria cinematográfica. Algún actor o actriz rechaza un papel para protagonizar una película y es este mismo papel que hace otro actor o actriz salten a la fama o que sea el parteaguas de su carrera.
John Wayne y Frank Sinatra rechazaron el papel de Harry el sucio, que catapultó a Clint Eastwood a la fama.  Mel Gibson rechazó el papel del protagonista de “Gladiador” así Russell Crowe fue quien interpretó a Máximo Meridio. Meg Ryan y Demi Moore rechazaron protagonizar “Pretty Woman” papel que lanzó a la fama a Julia Roberts y Will Smith no quiso ser Neo, en Matrix, Keanu Reeves tomó la oportunidad.
No sabemos si estas celebridades se arrepintieron de haber dejado ir esos papeles, lo que sí podemos saber es que quienes las tomaron, supieron sacarles mucho jugo.
Cuando padecemos de esta “ceguera de taller” dejamos de ver lo extraordinario dentro de lo ordinario. Dejamos de percibir la realidad porque tenemos puesta sobre los ojos la venda de la rutina.
Nos quedamos dando vueltas en círculos en vez de avanzar. Mientras nosotros estamos “ciegos” a las oportunidades, otros sí pueden verlas. Por eso es importante escuchar a quienes nos rodean cuando nos aconsejan para que veamos la cosas de otra manera y podamos aprovechar las oportunidades que están ahí y nos negamos a reconocer.
En el mundo empresarial conocen bien el problema de la ceguera de taller y es común que contraten consultores externos para que les ayuden descubrir los problemas que ellos, por la cotidianidad, les cuesta detectar; así como las oportunidades de desarrollo y nuevos negocios para la empresa.
En nuestra vida personal también podemos consultar a especialistas o bien preguntar a nuestros familiares y amigos. Si tenemos la suerte de tener un buen amigo, cuando caemos en los baches no se limitará a decir “te lo advertí” o “te lo dije”, sino que te hará ver el error y te ayudará a encontrar la salida.
A nivel laboral la ceguera de taller nos impide mejorar en la calidad de nuestro trabajo.  En nuestra vida personal sucede lo mismo. Esta claro que el obstáculo principal a vencer está en nuestra mente.
Muchas veces estamos atrapados en una idea negativa acerca de nosotros mismos que nos impide alcanzar lo que queremos. Aferrados a esta idea dejamos de ver que otras personas en igualdad de circunstancias están haciendo lo que nosotros creemos que no se puede.
El tratar de hacer y ver las cosas de un modo diferente no es fácil pero es posible. Eso sí, requiere de voluntad para dejar nuestros hábitos y ser flexibles a fin de poder visualizar otras opciones, nuevos escenarios.
Quizá es una buena idea preguntar a un buen amigo si piensen que estamos atorados en alguna área de nuestra vida y tratar de ser flexibles al escuchar la respuesta.
Buen domingo a todos. Gracias por leerme.
Espero tu opinión dejando un comentario en el blog, en mi cuenta de Twitter @FernandaT o enviando un correo a: [email protected]