Desde hace días, el ex canciller Jorge Castañeda insiste que en la elección presidencial de 2018 deben competir apuestas independientes.
Sin embargo, el propio Castañeda advierte que si se consolida más de una candidatura de esta naturaleza, el ejercicio estará condenado al fracaso.
Es decir, que pareciera que el señor Castañeda dice que México no necesita a un candidato independiente en la presidencia de la República… sino que México lo necesita a él –a Castañeda–, como candidato independiente a la presidencia de la República.
Por donde se vea, el razonamiento de Castañeda es atinado. Si los ánimos independientes se atomizan les ocurrirá lo mismo que a la izquierda: serán aplastados en las urnas.
No obstante, si todas las propuestas independientes se concentran en una figura, entonces no habrá diferencia entre esta postulación y la de un partido político.
Además, lo que Castañeda no explica es que la llegada de un independiente al poder presidencial pondría en riesgo el equilibrio de poderes, ¿por qué?
Porque las apuestas independientes se no tienen contrapesos, la mejor prueba de ello la encontramos en el gobierno Bronco de Nuevo León.
