CASO BALENCIAGA ¿NADIE SE DIO CUENTA?

Entiendo que la firma se venda como transgresora y se lo aplaudan a su diseñador, pero hay límites que no se deben cruzar

Hay cosas que no pueden tolerarse. La pornografía infantil es una de ellas. Hace un par de semanas, el 16 de noviembre, la firma Balenciaga, (propiedad de Kering Group, del empresario François Pinault, esposo de Salma Hayek) sacó una campaña publicitaria que causó rechazo inmediato.

No era para menos, en su nueva campaña la firma presenta menores de edad con ositos de peluche vestidos con arneses y otros atuendos al estilo BDSM. Las fotos (que no voy a mostrar aquí) resultan inquietantes de entrada y si se les mira un poco más detenidamente, repulsivas.

Las expresiones de los menores son indescifrables y los objetos que los acompañan, no son para niños. Si ya era incomprensible que una campaña publicitaria hiciera apología del abuso infantil, todo se complicó cuando en redes notaron que en el anuncio de una bolsa de Balenciaga en colaboración de Adidas, que se encuentra sobre un montón de papeles, éstos que resultaron ser una sentencia de la Suprema Corte de Estados Unidos (Ascroft v. Free Speech Coalition) sobre pornografía infantil.

Era imposible creer que las fotos eran producto del descuido. El shock inicial pasó inmediatamente –y con justa razón–, a la indignación.

La firma retiró su campaña y se disculpó con un comunicado en Instagram: “Nos disculpamos sinceramente por cualquier ofensa que haya podido causar nuestra campaña para las fiestas”… blablablá. Y “Hemos retirado inmediatamente la campaña de todas las plataformas” ..blablablá. “Emprenderemos acciones legales”… Aquí el blablablá fue peor, porque sí tomaron acciones legales contra la agencia que se encargó de la producción, North Six Inc.

Pero después, les retiraron una pena ya que con un juicio nos hubiéramos enterado quién es el verdadero responsable. Quizá pensaron que con un comunicado sería suficiente y que el tema pasaría al olvido. No fue así. En redes empezaron a circular videos de propietarios quemando sus prendas de la marca Balenciaga bajo las etiquetas #CancelBalenciaga, #BoicotBalenciaga. 

Después de varios días, el fotógrafo de la campaña, Gabriele Galimberti, manifestó en redes que él no había tomado las decisiones creativas, simplemente tomó las fotografías.

El director creativo de Balenciaga, Demna Gvasalia (cuyo nombre profesional es sólo Demna), también salió a ofrecer disculpas por la equivocada elección artística al usar niños para promover objetos que no tienen nada que ver con ellos y manifestó que “Por mucho que a veces me gustaría provocar un pensamiento a través de mi trabajo, NUNCA tendría la intención de hacerlo con un tema tan terrible como el abuso infantil que condeno”.

¿De verdad nadie se dio cuenta de lo aborrecible de la campaña? No lo creo. En la producción de una campaña así, hay decenas de personas involucradas que miran –y autorizan– hasta el último detalle.

¿Quién revisó y aprobó esta campaña? Otra cosa que me llama la atención: ¿Cómo es posible que que nadie haya pensado que poner a niños con ositos bondage era una pésima idea? ¿Nadie levantó una objeción durante el proceso? ¿A todos les pareció una buena idea? Ya lo dijo Edmund Burke: “Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”.

Entiendo que la firma se venda como transgresora y se lo aplaudan a su diseñador, pero hay límites que no se deben cruzar. Una de las pocas cosa en las que todos estamos de acuerdo, es que el abuso infantil es inaceptable y por ello, cualquier intento por normalizarlo es repudiado.

Un problema de presentarse como “provocador” o “transgresor” y llamar así la atención de la gente, es que paulatinamente las “provocaciones” pierden su efecto. El ver objetos BDSM en un adulto, perdió el efecto de escandalizar hace décadas. Utilizar niños sí es escandalizante, pero también perverso. ¿A qué niveles se está dispuesto a llegar a fin de provocar? ¿Es un indicio de lo mal que estamos?

Podremos escuchar muchas disculpas. Lo cierto es que una campaña no pudo haber sido producto del descuido o de la casualidad. No me gusta la cultura de la cancelación o #cancelculture, pero en este caso el #CancelBalenciaga me parece justo. En una empresa con mínimos estándares de ética, una campaña así no habría visto la luz. Jamás.

Cristobal Balenciaga, genio de la alta costura, falleció hace 50 años. Un hombre discreto que dejó que sus creaciones hablaran por él y solamente dio una entrevista en su vida. Considerado por sus contemporáneos como el mejor.

Diseñadores como Ungaro, Courrèges, Givenchy y Óscar de la Renta pasaron por su taller para aprender del maestro. Coco Chanel dijo: “Balenciaga es un couturier en el verdadero sentido de la palabra. Sólo él es capaz de cortar los tejidos, montarlos y coserlos a mano. Los demás somos simples diseñadores de moda”.

Antes de morir, Cristobal Balenciaga afirmó que su marca acabaría con él, desafortunadamente no fue así. Sus herederos la vendieron a Jacques Bogart SA, que fue adquirida por Gucci y ésta por Pinault. Ahora, el nombre de un genio está manchado por este escándalo.

“Una mujer no tiene la necesidad de ser perfecta ni hermosa para llevar mis vestidos, el vestido lo hará por ella.” -Cristóbal Balenciaga

Después de ver los icónicos diseños de Cristobal Balenciaga no puedo dejar de pensar ¿en qué momento el mundo de la moda paso de hacernos sentir como diosas, a reducirnos a cosas? Aunque esa, es una discusión para otro momento.

Feliz domingo a todos. Gracias por leerme. 
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