ASUNTOS DE FAMILIA

A propósito de la tragedia de Iguala –en la que 43 estudiantes fueron secuestrados, asesinados y calcinados–, mucho se habla de José Luis Abarca, el entonces alcalde del lugar. Sobre el edil han corrido ríos de tinta; que si lo impuso Obrador, que si operaba para el cártel Guerreros Unidos, que si lo hacía para “Los Rojos”, que si pretendía ser gobernador, que si, que si, que si…

Lo cierto es que en esta historia, pocos se refieren de María de los Ángeles Pineda, la primera dama de Iguala.

Por eso, a días de que se cumpla el primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas, reproducimos este texto de Jan Martínez Ahrens, que aparece publicado en El País.

Asuntos de familia

Por Jan Martínez Ahrens

Salomón Pineda Bermúdez y Leonor Villa Ortuño llegaron a vivir días felices. El matrimonio mexicano se dedicó a la venta de droga y a tener hijos. Julio Guadalupe, Alberto, Mario, Salomón y María de los Ángeles. Así se llamaron sus vástagos. Los primeros en despuntar fueron Alberto y Mario.

Ambos empezaron con el menudeo de droga en Guerrero, pero pronto pasaron a mayores. Dando el salto a Colombia, mostraron su habilidad para la importación. Nada masivo. Pero un incidente les llevó a aguas profundas. Alberto, por una deuda, fue secuestrado en Colombia. Su hermano pidió ayuda al todopoderoso cártel de Sinaloa. La mediación surtió efecto e hizo que los grandes capos se fijasen en ellos. Les ofrecieron ampliar la organización en Guerrero, un territorio en disputa con Los Zetas y la mesiánica Familia Michoacana. Alberto y Mario aceptaron y quedaron a las órdenes del legendario Arturo Beltrán Leyva, el Jefe de Jefes. Su desempeño fue brillante. Ampliaron las rutas de entrada, y formaron una brutal cohorte de sicarios, Los Pelones. Eran tiempos prósperos. La familia participaba en el crimen. El dinero corría a raudales y la hermanita lo guardaba en cajas de cartón. Pero las tinieblas andaban cerca.

Alberto y Mario, ebrios de poder, se alejaron del Jefe de Jefes. El 11 de septiembre de 2009, Alberto fue calcinado vivo. Dos días después, Mario recibió 17 balazos. Entretanto, Julio Guadalupe fue liquidado por la Familia Michoacana, y los progenitores, con Salomón, cayeron apresados por narcotráfico. Sólo María de los Ángeles, casada con un vendedor de sandalias, quedó libre.

Todo parecía perdido. Pero el tiempo devolvió algunas cosas a su sitio. Murió a tiros el Jefe de Jefes, y Los Pelones emergieron reconvertidos en Guerreros Unidos. Salomón salió de la cárcel y se integró en el nuevo cártel. Y la hermana vio ascender con el dinero del crimen a su marido hasta la alcaldía de Iguala. Así estaban las cosas cuando la tarde del 26 de septiembre de 2014 un centenar de estudiantes de magisterio entraron en la ciudad. Pero esa es otra historia. O no.

Tomado de El País