Argentina: donde se juntan el futbol y el narco

En medio del proceso de transición, la política Argentina vive un gran escándalo.

Resulta que el domingo 27 de diciembre, tres asesinos se fugaron de una prisión de máxima seguridad en la provincia de Buenos Aires.

A las pocas semanas de que Mauricio Macri llegó al gobierno de Argentina, los asesinos Victor Schiallaci, Martín Lanatta y Christian Lanatta sometieron a los gendarmes con un arma de juguete y escaparon de la cárcel.

Lo relevante del caso –además de que a Macri se le fugaron tres criminales de una prisión de seguridad máxima–, es que previamente, uno de los prófugos acusó a Anibal Fernández –ex jefe de gabinete de Cristina Fernández, quien fue presidenta de Argentina–, de liderar una red de tráfico de drogas.

Pero hay más, las acusaciones en contra de Aníbal Fernández —quien también buscó sin éxito la gubernatura de Buenos Aires en la elección pasada—, han exacerbado los conflictos al interior de la clase política argentina.

Y por si fuera poco, la fuga de los tres asesinos reveló conexiones del narco argentino con criminales de México, con empresarios que financiaron la campaña presidencial de Cristina Fernández y con políticos de alto nivel en el régimen kirchnerista.

Por eso, en La Otra Opinión reproducimos la opinión y el análisis de la prensa argentina.

En su texto, Osvaldo Pepe documenta la protección política que han gozado los integrantes de las barras del futbol. Y es que, según el autor, además de aplaudir a los clubes del balompié, las barras servirían como grupos de choque para el crimen organizado.

Por Osvaldo Pepe

Una trama oscura entrelaza desde hace décadas las redes narco con los barrabravas de la mayoría de los clubes, bajo la protección del poder político. Ahora, esa impune y poderosa red delictiva parece ir quedando a la intemperie. La olla, aunque entonces no se sospechase, empezó a destaparse con el triple crimen de General Rodríguez en 2008 y la triple fuga navideña de 2015. Del chiquitaje de la droga en los barrios, con delivery de los pibes desocupados de barrios marginales, se pasó al delito a gran escala del narcotráfico. El ingreso indiscriminado en la Argentina de Néstor Kirchner de los precursores químicos como la efedrina, prohibidos en países como México por su doble estándar medicinal y de materia prima para las exclusivas “drogas de diseño”, de a poco hizo del país una tierra apetitosa para narcos poderosos. Y surgió un negocio formidable para empresarios farmacéuticos, que supieron corresponder tanta laxitud de controles con su rol de financistas de la campaña presidencial de Cristina Kirchner en 2007.

Ahora, luego de una siembra de pistas falsas o al menos precarias que llegaron a desorientar al gobierno recién estrenado de Vidal, los rastrillajes detrás de los hermanos Lanatta y de Víctor Schillaci recién ayer pudieron ser acelerados por la gobernadora. Fue gracias a que pudo descabezar a la DDI local y consiguió incorporar a pleno a la tarea a efectivos federales (policías y gendarmes), luego de una rencilla de jurisdicciones con la Bonaerense y de una pulseada severa con fiscales que se presume afines a la ultra K Gils Carbó.

Los jefes de la nueva Policía provincial, que tienen la confianza de Vidal, advirtieron que algunos subordinados con poder de decisión trababan o desatendían allanamientos y operativos. Todo ocurría en el corredor del sur del GBA, entre Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, Francisco Solano y zonas que domina el ex hombre fuerte y candidato bonaerense preferido de Cristina Kirchner. Allí Aníbal, “La Morsa”, según declaró Martín Lanatta en sede judicial, fue el cerebro detrás del triple crimen.

No hay pruebas de si la grilla de mandos acababa en él o si reportaba a instancias superiores.

En esa red impune, Aníbal contó y cuenta con fuerzas de choque para aprietes y trabajos sucios. Uno de ellos fue detenido ayer, bajo sospecha de formar parte de la red de complicidades. Marcelo Mallo, puntero de Francisco Solano, ex barrabrava de Quilmes, utilizado por los K vía Rudy Ulloa, otrora chofer de Kirchner, para movilizar con la agrupación “Compromiso K” a Hinchadas Unidas Argentinas, tropa propia al Mundial de Sudáfrica 2010. Fue uno de los “héroes del paravalanchas” que embelesó a Cristina por su “sana pasión”.

Tomado de El Clarín