AMLO y Trump: amores perros y proteccionistas

El tuit de Trump fue, como la mayoría de los que escribe en las madrugadas (y a otras horas también), desconcertante. Amenazaba a México con romper el TLC (dijo que le iba a quitar a México “su vaca gorda”) si nuestro país no frenaba la migración de centroamericanos que buscan llegar a la Unión Americana. Lo datos demuestran que decenas de miles de centroamericanos son detenidos en nuestro país y que de esa forma no llegan a la Unión Americana, pero Trump no quiere el TLC y cualquier tema le sirve para usar la renegociación como arma de combate.

Más tarde, en Ciudad Juárez, López Obrador iniciaba su campaña diciendo que nadie iba a tomar “a México de piñata” y asegurando que el TLC no daba beneficios al país. “Suelen poner como ejemplo de supuestos logros, beneficios del TLC que, sin ser del todo inexistentes, han tenido un costo altísimo y en términos generales con muy pocos resultados para el país”, dijo el candidato de Morena. Regresando a ese México del pasado que añora, sostuvo que “en 1970, cuando las exportaciones de México sólo representaban ocho por ciento del PIB, el crecimiento de la economía era de 6.5 por ciento”. Claro, olvidó decir que ese crecimiento era artificial y esa economía cerrada llevó a la peor crisis económica en la historia del país. Pero quizá cree que ése es un detalle menor.

Lo cierto es que Trump y López Obrador ya parecen haber decidido que son, recíprocamente, lo mejor para ambos, para sus discursos cerrados y sus propuestas proteccionistas, aunque en esa lógica arrasen con la construcción que ha realizado el país durante tres décadas de apertura y liberación. ¿Alguien cree que en los 70 y 80 estábamos mejor con Echeverría y López Portillo?

Lo cierto es que los beneficios que han traído la apertura y el TLC son enormes y también es verdad que ha habido damnificados, en México y en Estados Unidos. Las sociedades no son homogéneas y tampoco lo son en su desarrollo. Pero México es hoy un país mucho más moderno, abierto y próspero que entonces. Más democrático y plural. También Estados Unidos. Lo que sucede es que Trumpapeló en su campaña electoral y sigue haciéndolo todos los días para fortalecerse políticamente, a quienes han quedado de alguna forma marginados de ese beneficio, a los sectores más atrasados (política, económica, socialmente) de la Unión Americana, y López Obrador apela a lo mismo: a los desprotegidos, pero también a los enojados, ensalza un pasado que terminó siendo catastrófico, ante lo cual no importa competir o ser mejores, en el comercio o para entrar a la universidad. Mejor cerrar fronteras, comercio y que a la universidad se entre por tómbola, como al Congreso.

En la estrategia de recíproca cerrazón y proteccionismo, Trump y López Obradorse necesitan mutuamente y se ven como el enemigo perfecto al otro lado de la frontera que proporcionará, también equitativamente, la mejor coartada para cerrarla.

Uno es Presidente y el otro puede serlo, pero los países, sus sociedades, su gente, no piensan lo mismo. Aunque le pese a Trump, la relación y colaboración en seguridad y sobre flujos migratorios entre Estados Unidos y México, como escribió Luis Videgaray en Twitter contestando a Trump, es estrecha, fluida y respetuosa. No es sólo reflejo de un intercambio de tuits. Apenas la semana pasada estuvo en México Kirstjen Nielsen, la secretaria de Homeland Security de Estados Unidos, la responsable de la seguridad interior de la Unión Americana y una funcionaria cercana a Trump.

Vino a analizar precisamente estos temas. Fue una visita muy fructífera, en la que se firmaron importantes acuerdos que quizá Trump ignora. Se firmó un memorando sobre aduanas y comercio para acelerar mecanismos fiscales y agilizar el comercio bilateral. Se firmó otro memorándum de entendimiento que permite la preinspección de las cargas de los tráileres y trenes a través de los cuales los oficiales de aduanas mexicanos y los oficiales estadunidenses trabajarán en conjunto para inspeccionar y procesar los embarques de carga, además de otro acuerdo para proteger y salvaguardar el comercio agrícola. Se trabajó en temas migratorios y de seguridad fronteriza, de armas y drogas. Y la secretaria Nielsen dejó el país, según declaró, ampliamente satisfecha por lo logrado. Mientras tanto, el peso mexicano fue, durante la semana pasada, el que más se revalorizó en el mundo, precisamente por los avances que se percibían en la renegociación del TLC. Ésa es parte, una muy pequeña parte, de la relación real entre México y Estados Unidos.

Pero Trump y López Obrador necesitan enemigos exteriores para lograr que México y Estados Unidos, contra todas las evidencias y la realidad, regresen al pasado y se cierren recíprocamente. En muchas cosas, quizá, López Obrador Trump pueden ser diferentes, pero en esto los dos son iguales: quieren países cerrados, proteccionistas, que avalan con un falso nacionalismo.