¿Alternancia en la CDMX?

Desde 1997, cuando los capitalinos pudieron votar por primera vez para elegir a su jefe de Gobierno, la ciudad de México ha sido gobernada por el Partido de la Revolución Democrática.

El ascenso del “Sol Azteca” al poder fue producto del desgaste de décadas de gobiernos priistas. Y sobre todo, de un resurgimiento de los movimientos de izquierda, como las asociaciones de damnificados por el sismo de 1985, o el movimiento estudiantil de 1986, de cuyo núcleo –el Consejo Estudiantil Universitario (CEU)— surgieron liderazgos que acompañaron a Cuauhtémoc Cárdenas en el Frente Democrático Nacional de 1988 y —posteriormente— en la fundación del PRD.

20 años después, el otrora partido hegemónico de la Ciudad está en riesgo de perder el que es al mismo tiempo su bastión histórico y el segundo padrón electoral más grande del país, con todo lo que ello implica. No sólo están en juego 7.5 millones de votos que las coaliciones buscan atraer para la elección presidencial; también se disputa el capital político, el poder de influencia y hasta los recursos económicos que por los próximos seis años caerán en las arcas del partido gane la elección en la capital.

Si las encuestas no se equivocan, Morena gobernará la Ciudad de México. De acuerdo con una medición publicada el 5 de junio por El Financiero, la candidata morenista Claudia Sheinbaum tiene 48 por ciento de las preferencias, 20 puntos de ventaja sobre la perredista Alejandra Barrales. Un cálculo más conservador –pero igual de favorable para la morenista– es el de Massive Caller, que da a Sheinbaum 37 por ciento de las preferencias, por 27 del priista Mikel Arriola y 14 por ciento de Barrales, quien corre el riesgo de verse rebasada incluso por un discurso de derecha que amenaza las libertades y derechos ganados por gobiernos de izquierda.

En todo caso, la debacle del PRD es notoria respecto a hace seis años, cuando el partido obtuvo la histórica votación de 63 por ciento con Miguel Ángel Mancera.

Pero si los pronósticos se confirman, la alternancia será sólo de siglas. La candidata de Morena, Claudia Sheinbaum hizo sus pininos políticos en el CEU, el movimiento estudiantil que sirvió de cimiento para la creación del PRD.

También del CEU surgió el ex esposo de Sheinbaum, Carlos Imaz, ex jefe delegacional perredista de Tlalpan que en 2004 se vio involucrado en los “videoescándalos” de corrupción que también incluyeron a René Bejarano

“El señor de las Ligas”, por cierto, fue coordinador de la bancada del PRD en la ALDF. Junto a su esposa Dolores Padierna, es de los liderazgos surgidos de la Coordinadora Única de Damnificados (CUD) del sismo del 85, que al igual que el CEU apoyó a Cuauhtémoc Cárdenas y participó en la fundación del PRD. Ambos están en Morena, junto con el ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard, la ex delegada de Iztapalapa Clara Brugada, Martí Batres, Ricardo Monreal y una interminable lista de ex perredistas.

Por eso en la Ciudad de México la alternancia sólo será de siglas.

Cierto es que muchos de los perredistas que contribuyeron a ampliar los programas sociales en la capital, convertir a la CDMX en una ciudad progresista y a conquistar derechos como el aborto o el matrimonio igualitario ahora están en Morena. Pero también hay muchos que permanecen en el PRD.

Del mismo modo, es cierto que muchos de quienes estuvieron detrás de los vídeoescándalos de corrupción, de las negligencias en los linchamientos de Tláhuac y de la defectuosa Línea 12, y que fueron omisos ante la entrada del crimen organizado a la ciudad hoy están en Morena… pese a la insistencia del nuevo partido en que todos los males se originaron en este sexenio.

¿Se puede esperar un cambio de fondo cuando lo único distinto serán las siglas del partido?