A 50 años de la Revolución de Mao, ¿qué queda de esa China?

Hoy, hace 50 años, comenzó la llamada revolución cultural de Mao Zedong, el hombre que durante décadas encabezó el Partido Comunista chino.

Desde un inicio, la revolución de Mao tuvo como objetivo la preservación de la ideología comunista en el gigante asiático. Es decir, la desaparición de la burguesía.

Para lograrlo, Mao contó con el apoyo de los llamados Guardias Rojos; es decir, grupos de estudiantes que persiguieron y aplastaron a la derecha procapitalista y a todos los que no encajaban en el mundo ideado por Mao; los denominados “enemigos de clase”.

Muchas veces, los Guardias Rojos se enfrentaron entre ellos mismos con tal de demostrar más lealtad a su dirigente. Y es que el régimen maoísta fue un despliegue de fanatismos.

En el marco de la revolución cultural, 45 millones murieron de hambre entre 1958 y 1961, y es que la colectivización de la producción agrícola e industrial dejó a muchos sin comida.

Esta crisis provocó una ruptura al interior del partido comunista y se exacerbaron las tensiones que determinaron el régimen de Mao.

La cifra de víctimas de esta revolución cultural ronda los ocho millones de personas. No obstante, algunos estudiosos aseguran que la suma podría llegar a los 10 millones.

Sin duda, el costo político de la revolución cultural fue altísimo. No obstante, la mano de Mao sentó las bases para la China moderna de hoy día. El paso de la China rural al gigante comercial de la actualidad no se entendería sin la crueldad del maoísmo y su revolución cultural.

Cierto, desde 1976, la República Popular de China hizo a un lado al maoísmo; no obstante, el pensamiento de su líder y fundador –Mao– continúa siendo un eje del Estado chino.

Para algunos académicos, el fracaso de la revolución cultural sirvió para lesionar la idea del socialismo y abrir camino al desarrollo capitalista que hoy tiene a China como la segunda potencia mundial.