La mayoría de las personas han escuchado la frase “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”. En las ciencias físicas la entropía (S) es el grado de tendencia de un sistema al desequilibrio o desorden. El concepto también se aplica al universo de datos en la información.
El crecimiento exponencial de mensajes en las redes sociales modificó, sobre todo desde el año de 2015, la capacidad de que los medios de comunicación y las personas tengan un control o asimilación adecuada de los datos e información que perciben diariamente.
Una de las principales estrategias de los grupos opositores al gobierno de Enrique Peña Nieto, para ganar la narrativa en las redes sociales, fue el uso de mensajes tipo “guerrilla”. Es decir, se estableció o fijó un tema sin una línea narrativa rígida (por ejemplo, la corrupción) a partir de múltiples sujetos con diversas condiciones sociales, económicas y políticas.
Durante la celebración del “Grito de Independencia”, en 2013, en el entonces Twitter se promocionó el “¿Soy yo o le están… la madre a Peña Nieto?”. Los mensajes parecían ser espontáneos de personas que, al parecer, no tenían una relación directa con la discusión política.
La información evidenciada en el programa de Carmen Aristegui sobre los Televisa Leaks demuestra que, especialmente, las redes sociales son el escenario de una confrontación más amplia entre grupos políticos, corporativos o sociales, exponiendo a las personas, a la audiencia, a un torbellino de datos y, en algunos casos, información, que en su mayoría carece de sustento y poco sirve para la vida cotidiana.
Así, podemos ver que muchas de las “discusiones” en la arena pública no tienen sustento o información veraz dejando que el desorden y la desinformación imperen mientras los directores de las “guerrillas” llevan a las audiencias al terreno de su interés.
Durante la pasada elección presidencial, 2024, los competidores trataron de posicionar una marca o reafirmarla, en el caso de Claudia Sheinbaum, pero especialmente trataron de desacreditar al oponente. Un análisis sobre el conjunto de mensajes puede darnos resultados sorprendentes.
Hace unos días, Jan Martínez Ahrens, nuevo director de El País, envío una carta a todas las personas lectoras del diario. Cito parte esencial de su misiva:
“Vivimos en un universo fractal donde las vías de información se han multiplicado hasta el infinito. En esta Babel, el engaño ha encontrado un gigantesco caldo de cultivo. La verdad ha sido sustituida en amplios espacios mediáticos por una viralidad a la que, con tal de obtener resultados, poco le importa si lo que cuenta es cierto, puro invento o mitad y mitad.”
Recordemos que toda persona en posesión de una PC, un teléfono o una tableta inteligente, difunde datos. Hablo de datos, no de información. Y ahí está el problema.
Actualmente, los periodistas o los profesionales de la información son desplazados por influencers que difunden datos sin pruebas, sin investigación y sin procesamiento ¡Claro! Para éstos no se trata de informar, de hacer periodismo, se trata de trascender, ser famosos, llamar la atención.
Escuchar, leer o ver a miles de personas hacer análisis políticos, gastronómicos, de belleza, espirituales, religiosos… no requiere mucho esfuerzo y a ellos no les demanda mucha preparación sobre la materia; tan sólo requieren su deseo de ser reconocidos y monetizar.
Todas y todos tienen el derecho a utilizar las herramientas tecnológicas para hacer periodismo o análisis de todo tipo. El asunto es que el sistema de información camina ya en una entropía generada por el exceso de mensajes inútiles.
Quienes diariamente generan datos e información para hacer ruido y desordenar todo, van ganando; las audiencias pierden todos los días.
En la teoría del institucionalismo la mejor toma de decisiones viene o tiene solidez cuando las personas o los participantes del juego poseen la mayor información veraz. A mayor información certera, mayor certidumbre para tomar una decisión adecuada a nuestros intereses.
El 2018 aceleró la entropía del sistema político mexicano y de la información.
El Movimiento de Regeneración Nacional está tratando de crear su universo de información para que las personas tomen decisiones políticas (gran parte es ideología). Sin embargo, sus mensajes son contradictorios, híbridos donde se mezclan conceptos modernos con tradicionales y postmodernos.
¿Qué información deben tener las personas electoras para tomar decisiones adecuadas y elegir a sus gobernantes? Si la mayoría de los medios de comunicación están desacreditados, ¿de dónde tomaremos la información?
La elección de personas que integran al poder judicial ya nos enseñó algo: si la propia sociedad no cuenta con las herramientas para decidir, la entropía seguirá ganando.
¡Claro! Como ya lo vimos, también habrá quienes tomen la decisión de seguir desinformando, apostando por el chiste simple o vulgar o decidan que todo se va al traste y que, por supuesto, no vale la pena hacer el ejercicio, la tarea, de pensar que al desorden se le gana con mayor y mejor información.
Hay que pensar mucho más la forma en que la arena de la información (entre receptores y emisores) genera empatía para reconstruir, fortalecer o salvar a la democracia.
La información se crea y se destruye a partir de los datos, pero también se desperdicia y nos lleva a caminos de banalidad.
¿Democracia y entropía podrían estar emparentadas? La respuesta nos enfrenta a otro escenario rumbo al 2027.