El PRI, desde su nacimiento, fue un partido de Estado; tiempo después, con la llegada de la alternancia y la democracia, se transformó en un partido en el gobierno, y recientemente, la adversidad y la derrota lo convirtieron en una fuerza de oposición.
Sin embargo, la tibieza del dirigente nacional del PRI Alejandro Moreno ante la reforma eléctrica impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, coloca al otrora invencible tricolor al borde de convertirse en un partido satélite.
Con base en lo anterior, el PRI quedaría subordinado a las necesidades legislativas de la “Cuarta Transformación” (4T), algo que hasta hace unos años parecía imposible.
Todavía es temprano para anticipar la desaparición del PRI como lo conocemos, pero sus eventuales decisiones lo podrían dejar a merced de Morena, por lo que su talante revolucionario solo quedaría el tintero y lo único que resaltaría es lo institucional con el viejo estilo de “lo que usted diga, señor presidente”.
Más allá de que el PRI corra el riesgo de convertirse en un partido subordinado a la 4T, da la impresión de que su dirigencia y legisladores aún tienen en sus manos darse a respetar y representando dignamente a la sociedad ante reforma regresivas como la eléctrica.
Con información de Reforma
JZ