Reparto de comisiones; el circo de la política

Luego de varios intentos fallidos –y de una discusión de 40 horas–, finalmente se repartieron las comisiones ordinarias en la cámara de diputados.

No está de más recordar que una comisión ordinaria es una suerte de mesa de trabajo que atiende problemáticas específicas.

Y curiosamente, los partidos políticos se han mostrado interesados en coordinar cada una de las 56 comisiones de San Lázaro.

Sin embargo, no crea que a los partidos les preocupa atender tal o cual asunto, o que tengan una ambiciosa agenda que implementar. En realidad, a los legisladores les apura tener más influencia, tener más poder y recibir más dinero gracias a sus posiciones en estas mesas de trabajo.

Acaso por eso no sorprende que más de uno calificara de histórico el acuerdo entre bancadas. Y es que, por primera vez, todos los partidos parecían conformes con la asignación de comisiones.

Sin embargo, en lo que ya se perfila como una mala costumbre, la bancada de Morena aprobó en privado y despotricó en público.

Es decir, que tras bambalinas, los morenos pactan, ceden y acuerdan. No obstante, frente a las cámaras y micrófonos, estos legisladores brincan y gritan. En esta ocasión, el berrinche corrió a cuenta de la diputada Rocío Nahle –coordinadora de los diputados de Morena–, quien aseguró que el PRI trató de darles sobras y que el reparto fue desequilibrado.

Pero eso no es lo más grave. Además de la bipolaridad de los morenos, también se sabe de asignaciones absurdas. Es decir, de partidos que controlarán comisiones de las que entienden poco o nada. Por ejemplo:

Uno. La bancada de Morena tendrá el manejo de la comisión de Transparencia y Anticorrupción. O si lo prefiere, la iglesia quedó en manos de Lutero. ¿Cómo es posible que el partido de un hombre que lleva años sin trabajar, años sin pagar impuestos y años sin explicar cómo vive y de dónde obtiene dinero, sea el responsable de llevar los temas de transparencia y anticorrupción?

Dos. La bancada del PRD se quedó con la Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación. Es decir, del órgano operativo del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción. Lo reprobable de este arreglo es que, según el columnista Rubén Cortés, la comisión quedaría en manos de Jesús Valencia. Es decir, del ex delegado de Iztapalapa –que dejó un cochinero en su demarcación–, y que además se distingue por ser el “dedo chiquito” del desaparecido Marcelo Ebrard.

Tres. La bancada del Movimiento Ciudadano presidirá la comisión de Marina. Es decir, que en el colmo del absurdo, el ex subsecretario de Marina Carlos Federico Quinto Guillén –legislador plurinominal del PRI–, no será quien atienda los asuntos vinculados con la Marina mexicana.

Cuatro. La bancada del PRI tendrá la presidencia de la comisión de Defensa Nacional. O si lo prefiere, que existe la posibilidad de que el ex subsecretario de Defensa, Virgilio Méndez Bazán, sea el presidente de esta mesa de trabajo.

Cinco. El escandaloso Partido Verde –que recientemente fue criticado con severidad por la sobreexposición en medios de comunicación–, manejará la comisión de Radio y Televisión. El chiste se cuenta solo. Pero hay más, la presidenta de esta comisión sería la camaleónica Lía Limón quien ha brincado del PAN al PRI y ahora al Partido Verde. Es decir, se acomoda en el partido que le ofrece poder.

De este tamaño es el circo de la política. Así es como un puñado de políticos irresponsables se reparten en el poder.