El granizo
¡Tin, tin, tin, tin! Yo caigo del cielo, en insensato
redoble, al campo y todos los céspedes maltrato.
¡Tin, tin! ¡Muy buenas tardes, mi hermana la pradera!
Poeta, buenas tardes, ¡ábreme tu vidriera!
Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura
tan finos y suaves como una dentadura,
y en un derroche de ópalos blancos me multiplico.
¡La linfa canta, el copo cruje, yo… yo repico!
¡Tin, tin, tin, tin, mi torre es la nube ideal:
oye mis campanitas de límpido cristal!
La Nieve es triste, el Agua turbulenta; yo sin
ventura, soy un loco de atar: ¡tin, tin, tin tin!
…¿Censuras? No por cierto, no merezco censuras;
las tardes calurosas por mí tienen frescuras,
yo lucho con el hálito rabioso del verano
y soy bello…
-¡Loemos a Dios, Granizo hermano!
Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.