Oaxaca, igual que Venezuela por debilidad del Estado

Cuando la CNTE llama a negociar la reforma educativa, comete una serie de imprecisiones, de errores y de despropósitos. En opinión del Doctor Vicente Fernández –académico del Tec de Monterrey–, entre los equívocos de la CNTE destacan:

Uno. En realidad, nadie sabe qué es lo que incomoda a la CNTE. Nunca nadie ha dicho qué artículos, qué incisos o qué partes de la reforma son las que los tienen en las calles. En realidad, sólo escuchamos quejas y vemos plantones pero no se entiende cuál es, en específico, el origen de su molestia.

Dos. Cuando se habla de negociar, en realidad, no hay algo que negociar. Es decir, se exige una mesa de diálogo cuando no existe sustento para dialogar.

Tres. Al tratarse de una reforma que se incluyó en el Pacto por México, cuenta con el apoyo de los principales partidos políticos. Por ello, cualquier intento de contrarreforma suena poco menos que ridículo. Y es que, si algún legislador pretende usar la vía institucional para echar abajo la ley educativa necesitaría la aprobación de dos terceras partes de ambas cámaras y después, el visto bueno de la mitad de los congresos locales. Es decir, una odisea que se antoja imposible.

Por lo anterior, el Doctor Fernández asegura que más allá de una inquietud educativa, a la CNTE la mueve el interés político, la presión electoral e incluso, los hilos de la guerrilla.

Las movilizaciones en contra de la reforma educativa siguen vivas –en opinión de Vicente Fernández–, porque movimientos similares –como el que se oponía a la “privatización del petróleo”– no tuvieron éxito. Por eso, hoy se da vida artificial a grupos como la CNTE para que puedan seguir en las calles los incondicionales del no; los que viven de la protesta y los que han hecho del chantaje un estilo de vida.

Lo cierto es, sin embargo, que la mayoría de quienes alimentan estas manifestaciones desconocen las causas de su movimiento y aunque seguramente existen algunos convencidos del movimiento, la mayoría lo hacen por dinero o porque carecen de un nivel efectivo de pensamiento crítico que les permita darse cuenta de cómo los utilizan con fines electorales.

Pero hay más, todo lo anterior no se explicaría sin la existencia de un Estado débil. Y es que sólo un gobierno debilidado, con mala reputación y que arrastra un profundo desprestigio sería lo suficientemente incapaz de mantener el orden y de diseñar los mecanismos adecuados para contrarrestar –con argumentos y con ejemplos–, las versiones envenenadas de la CNTE.

Por eso, en la opinión de Vicente Fernández, el descontrol de la CNTE –en Oaxaca y en el resto del país– sólo se entiende en un Estado débil que no ha podido –o no ha sabido–, enfrentar a una mafia que, sin elementos, ha ganado espacios de interlocución y se ha beneficiado de una mal llamada negociación.