Lula en Brasil igual que Marcelo en México… ¡va tras el fuero..!

Luiz Inácio Lula da Silva –expresidente de Brasil– parece tener un pie en prisión. La que termina seguramente ha sido una de las semanas más complicadas de su vida. Y es que, como sabe, la justicia carioca lo acusó de ocultar bienes personales y familiares, de lavado de dinero, de asociación ilícita y de corrupción en los manejos la petrolera brasileña Petrobras. En consecuencia, Lula podría ser enviado a prisión.

Curiosamente, el exmandatario brasileño –que fue amado y respetado por parecer honesto y austero– podría tener un futuro tras las rejas debido a que la Fiscalía de Sao Paulo pidió prisión preventiva para Lula da Silva, pues existe riesgo de fuga. Es decir, que de héroe y protector de los pobres, Lula podría terminar en el banquillo de los acusados.

Pero es incluso más curioso que en Brasil se intente replicar un fenómeno que vivimos en México hace algunos meses.

Seguramente recuerda que en medio del escándalo por el desfalco de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México y por algunas irregularidades en la compra y asignación de inmuebles, el jefe de Gobierno Marcelo Ebrard buscó –sin éxito– una diputación federal para obtener el fuero. Ante su fracaso, Marcelo huyó a Francia donde, aparentemente, ha vivido exiliado todo este tiempo.

Y en una situación bastante similar, la presidenta de Brasil, Dilma Roussef –amiga cercana a Lula–, coquetea con la idea de ayudar a su antecesor para que salga bien librado de todos los delitos que se le imputan. Aparentemente, a Dilma no le preocupa que ella también es acusada de corrupción en Petrobras y de ser cómplice de su antecesor, cuando fungió como secretaria de Energía.

Cada vez son más los que aseguran que Dilma entregaría a Lula un cargo en el Gobierno de Brasil. Es decir, que Rousseff aforaría a da Silva. ¡Ver para creer..!

De ser encontrado culpable, Lula da Silva podría pasar hasta 13 años en prisión. Pero, si trabaja para el gobierno carioca, Lula sería intocable.

Sólo el tiempo contará el final de esta historia. Por lo pronto, todo indica que la presidenta en funciones –de diezmada popularidad– intenta cubrir las espaldas de su padre político. La duda es, ¿podrá una presidenta debilitada defender a un expresidente prácticamente aniquilado?