Los siete pasos del secretario Nuño

 

En su afán de imponerle su sello personal a la política educativa, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, publicó un artículo donde expresa sus “Siete pasos clave de la reforma educativa” (Milenio, 12 de octubre de 2015). ¡Qué bueno que no salió con un decálogo! ¿Acaso estaría pensando en siete virtudes?

En la producción de su pieza, el secretario se inspiró en Álvaro Obregón y José Vasconcelos, los fundadores de la Secretaría de Educación Pública. No hizo ninguna referencia al Pacto por México, pocas a la legislación y se olvidó por completo del Programa Sectorial de Educación 2013-2018, que el presidente Peña Nieto elogió cuando la SEP lo dio a conocer. En su pieza oratoria de la presentación del PSE, con excepción de los certificados de infraestructura escolar, Peña Nieto delineó los pasos que ahora anuncia el secretario, pero sin dar crédito al Presidente.

Atención, no arguyo que el texto del secretario sea vano. Pone en perspectiva la estrategia de ejecución para el resto del sexenio, si es que él recorre el camino completo. Pero da a entender que es original por completo, como si no hubiera historia, cuando ya formaban parte del locus del PSE.

Los pasos segundo y séptimo no reforman nada, se refieren a la administración de las cosas: segundo, invertir más y mejor en infraestructura, equipamiento y materiales educativos. Certificados de Infraestructura Escolar; séptimo, una reforma administrativa de la SEP. “Daremos pasos decididos para fortalecer el Sistema de Gestión e Información Educativa y asegurar que el manejo del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo sea eficiente y transparente”.

Donde habla de cambios, pero sin dar a conocer la profundidad que se quiere alcanzar es en los pasos primero: colocar a la escuela en el centro del sistema educativo; y, cuarto: revisar planes y programas de estudio.

Los otros tres se refieran a seguir adelante con lo establecido, no habla de reformar algo: tercero, fortalecer el desarrollo profesional docente; quinto, dar un renovado impulso a la equidad y la inclusión; y, sexto, estrechar la vinculación entre la educación y el mercado laboral.

El secretario Nuño señala que trabajará con la ANUIES, el INEE, los gobiernos locales y que rendirá cuentas al Congreso, pero no hay nada de cultura, ciencia, tecnología o deporte; parece que para él estas actividades caen fuera de la esfera de la educación.

Entiendo y me parece lógico que, al comienzo del sexenio, el gobierno de Peña Nieto quisiera no sólo saldar cuentas con el pasado inmediato, sino incluso combatir su herencia. Era el legado de un gobierno contrario al Partido Revolucionario Institucional y de un pacto con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que tuvo efectos perversos. Por ello las reformas legales, el apresamiento de Elba Esther Gordillo y la descolonización radical de la Subsecretaría de Educación Básica marcaron la distancia.

No obstante, parece que el secretario Nuño quiere deslindarse de la tarea de los tres primeros años de gobierno; construir el mundo de nuevo… pero usando los mismos materiales.

El secretario Nuño repite, cada vez que puede, que es un secretario que quiere escuchar. Los foros para la discusión del modelo educativo que la SEP organizó en 2014 no fueron la maravilla, pero tuvieron la virtud de convocar a docentes, investigadores y funcionarios con el fin de debatir y proponer asuntos cruciales.

Centenas de maestros hablaron, hicieron propuestas, juzgaron y hasta participaron con entusiasmo. Allí están las conclusiones que colegas distinguidos elaboraron, que ofrecen pistas sobre cómo llegarle a la reforma para que ésta llegue, a su vez, a escuelas y aulas. Malicio que el secretario no ha escuchado esas voces y quizá ni quiera oírlas.

El secretario detuvo la puesta en marcha de las discusiones sobre el nuevo modelo educativo —que tal vez ya no se llamará así— sin ofrecer razón alguna. Sospecho que más adelante dará a conocer documentos clave que tengan que ver con cambios en la educación. Dirán más o menos lo que se espera, pero no citará a las fuentes, como si todo fuera producto de él y, claro, del Presidente.

El secretario Nuño derrocha actividad, aparece casi todos los días en la prensa; advierte a los maestros faltistas, disciplina a los gobernadores y cada lunes hace un anuncio. Pero noto que no sólo anda echado para adelante, también muestra soberbia. Ésta no es virtuosa.