Fracasó Graco pero fallas en Morelos no sólo son de Graco

El asesinato de la alcaldesa Gisela Mota —quien fue agredida al interior de su casa en Temixco, Morelos—, confirma que Morelos es un estado fuera de control.

Anteriormente, las cifras de violencia dejaron ver que la entidad estaba lejos de la calma aparente que presume su gobernador, Graco Ramírez.

Y es que además de ser una de las entidades donde más creció la pobreza, Morelos es un estado bajo el control criminal. En no pocos municipios, los Ayuntamientos son accesorios frente a la presión y el dominio de los grupos delincuenciales.

Prueba de lo anterior es el asesinato del maestro Armando Meza Balderas quien —en enero de 2014—, fue muerto al interior de una escuela primaria rural del municipio de Tlayacapan.

Otra prueba innegable es el homicidio del profesor Alejandro Chao y su esposa Sara Rebolledo quienes —el cinco de mayo de 2014—, fueron asesinados a pedradas cuando un puñado de trabajadores trataron de robar sus pertenencias.

O qué decir del asesinato de Juan Francisco Sicilia —hijo del poeta Javier Sicilia—, quien apareció muerto en marzo de 2011.

O qué tal los dos policías del Mando Único muertos en septiembre del año pasado, o el agente —también del Mando Único—, asesinado en Puente de Ixtla —Morelos— en los últimos días del 2015.

Basta una revisión hemerográfica para notar que, con alguna frecuencia, en Morelos se registraron rachas violentas como 11 muertos en 22 días durante septiembre de 2014, o  seis asesinatos en menos de 24 horas en junio de 2013.

Por donde se vea, la situación de inseguridad en Morelos es alarmante. Y aunque todos los dedos apuntan al gobernador en funciones —Graco Ramírez—, lo cierto es que el desorden viene de atrás.

Nadie podría negar que la descomposición del estado se ha dejado ver durante años. La inseguridad aumentó en la administración incompleta del priista Jorge Carrillo Olea; siguió creciendo en los gobiernos panistas de Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo; y ahora, el desorden criminal muestra uno de sus peores rostros con el perredista Graco Ramírez en el gobierno del estado.

En otras palabras, la responsabilidad por los gobiernos fallidos de Morelos descansa en las filas del PRI, del PAN y del PRD.

O si lo prefiere, se trata de un fracaso compartido, de una falla colectiva y de un naufragio que rebasa los colores de partido. Hoy es evidente que Morelos se encuentra al borde del precipicio por el descuido, la indolencia, la incapacidad, el valemadrismo y la falta de acciones y de atención de los tres principales partidos políticos, así como de sus aliados.

Por eso, frente a los problemas que existen en Morelos, la pregunta obligada sería, ¿si todos los partidos han fracasado, quién podrá rescatar la entidad? ¿a quién le toca sacar del hoyo a Morelos? ¿acaso es posible?