La siempre escandalosa, berrinchuda y hasta esquizoide Cristina Fernández de Kirchner dejó el gobierno de Argentina… y no pasó nada.
Contrario a la lógica, los pronósticos y el sentido común, la salida de Cristina no llevó a millones a las calles, no colapsó la economía y no derritió los glaciares de las Pampas argentinas.
Cristina Fernández salió de la Casa Rosada —derrotada por el conservador Mauricio Macri—, y Argentina no cayó en pedazos.
Los expertos deben estar atónitos; la heredera del kirchnerismo perdió el poder y las masas no inundaron las calles exigiendo su regreso.
¡Es más..! No se escuchó a un argentino dedicar un tango —o una nota de bandoneón—, tras la aplastante derrota de Fernández.
De hecho, ocurrió lo contrario. Argentina siguió el camino. El nuevo presidente —Mauricio Macri—, ya corrige la plana que —durante años—, alteró y dañó la señora Cristina Fernández.
Macri llegó al cargo y adoptó algunas figuras legales del gobierno de Cristina. Pero también utilizó otros recursos para mover a la Argentina a la ruta que él —Macri—, considera más adecuada.
Aparentemente, las decisiones del nuevo presidente son acertadas. Y es que, en esta temporada vacacional, los argentinos regresaron a sus playas, volvieron a viajar por su país y reclamaron el espacio que les pertenece.
Todo indica que Cristina se fue… pero Argentina se mueve. Tal parece que se acabó el kirchenerismo pero la vida sigue. Aparentemente, la derrota del populismo no fue la tragedia algunos dijeron que sería.
