¿Y la corrupción?, Presidente

El otro gran ganador de las pasadas elecciones de julio, Enrique Peña Nieto, sonríe. Está tranquilo. Se le nota contento en la fotografía de la boda. Cómo no, si está estrenando novia. ¿De qué vive si ya no existen las pensiones a los expresidentes? Que yo sepa, nadie se lo ha preguntado.

A la fiesta matrimonial del hijo de un connotado abogado asiste el expresidente con otras finísimas personas. Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero. Raúl Salinas de Gortari, hermano de otro expresidente, al que se le encontraron millones de dólares en cuentas en el extranjero. Rosario Robles, exsecretaria que no ha acabado de explicar el escándalo de la “Estafa Maestra”. Luis Miranda, el amigo de Peña que le entregaba los portafolios de dinero a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Arturo Elías Beltrán, encargado de la Procuraduría General de la República que filtró información falsa sobre un supuesto caso de lavado de dinero del excandidato presidencial panista, Ricardo Anaya. Todos felices. Todos contentos. Así las bodas de los “ricos y famosos” en las épocas de la Cuarta Transformación.

Estos personajes asisten serenos al convite. No sienten pasos en la azotea. Se presentan en sociedad como si nada hubiera pasado en este país. ¿Y saben qué? Efectivamente, no ha pasado nada.

Nada de nada. Porque el nuevo gobierno de López Obrador no ha querido investigarlos y perseguirlos judicialmente. El Presidente ya los perdonó públicamente. Cualquier exfuncionario, líder sindical o empresario que haya robado, abusado de su poder o cometido alguna fechoría no tiene de qué preocuparse. La impunidad de los personajes pasados es divisa del lopezobradorismo.

Cada vez que veo escenas como las de la boda mencionada, creo más que, efectivamente, hubo un pacto entre Peña y López Obrador. El primero no le pondría piedras al segundo en su camino a la Presidencia (incluso, como piensan algunos, hasta le haría el favor de quitarle del camino a Ricardo Anaya con el invento de un falso caso judicial). A cambio, el segundo dejaría vivir en paz, tranquilidad y gran prosperidad al primero. No lo sé de cierto, pero el hecho indubitable es que Peña actúa como el que se siente intocable. Lejos de estar aburriéndose en Irlanda, anda retratándose para Quién, revista especializada en reportar los eventos de la “alta” sociedad.

AMLO está cumpliendo a cabalidad aquello de no ver al pasado en materia de corrupción. No nos sorprendamos. Pero también prometió que, desde el primero de diciembre, se acabaría la corrupción. Últimamente ya dice que, en su sexenio, se ha terminado la corrupción tolerada. Se entiende porque el flagelo sigue ahí. La pregunta es si la toleran o no.

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 Aquí traigo a colación la noticia de que la Secretaría de Educación Pública le otorgará 800 millones de pesos a los centros de desarrollo infantil (Cendis) ligados al Partido del Trabajo. Dicho partido, creado durante el salinismo para quitarle votos a la izquierda que estaba agrupándose en el Partido de la Revolución Democrática, siempre ha sido un negocio familiar. Su dueño, Alberto Anaya, se ha dedicado a medrar desde el poder público. En esta ocasión, apoyó a López Obrador en las pasadas elecciones. Tiempo, entonces, de cobrar las facturas.

Aunque el Presidente había dicho que su gobierno no daría ni un centavo a las estancias infantiles privadas y de asociaciones civiles, ya se echaron para atrás con las del PT. Ayer, Salvador Camarena, en El Financiero, recordaba las denuncias de corrupción y lavado de dinero de los 80 Cendis que opera el PT. Qué bueno, entonces, que AMLO haya decidido, en un principio, cancelar la entrega de dinero público a éstas. Pero ahora resulta que sí se lo darán. “Asistimos al cierre de un ciclo de lo que pudo ser un capítulo de rendición de cuentas y ahora será un caso más de presunta impunidad”, concluye, con razón, Camarena.

Más aún, los Cendis pasarán a formar parte de la SEP. “El PT asegura que eso quiere decir que el gobierno basificará a los maestros que ahí laboren. Si eso fuera verdad, ¿significa que López Obrador pagará a maestros y cualquier personal de los Cendis, que no son otra cosa que una red de negocios del PT? O sea, ¿ahora los gastos de esos centros se pagarán con recursos públicos a pesar de que se trata de asociaciones civiles y órganos controlados por el Partido del Trabajo?” Todo indica que así será.

Hubieran invitado a Alberto Anaya a la boda para que brindara con Peña. Hubiera sido una linda foto en Quién: la de la ceguera hacia atrás y las nuevas complicidades del gobierno de AMLO, la de la maldita corrupción en estas épocas de una dizque Cuarta Transformación.