Tras una reunión con obispos, el candidato presidencial de la coalición “Juntos haremos historia”, Andrés Manuel López Obrador, indicó que convocará a un diálogo donde participen el Papa y otros líderes espirituales.
Después de un evento con integrantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), reveló que expuso a los prelados que uno de sus principales compromisos es lograr la paz, para que no continùe la violencia en el paìs.
“Planteé que voy a convocar a todo el pueblo de México al momento de que triunfemos, vamos a iniciar unos foros después del 1 de julio, antes de la toma de posesión, para analizar entre todos el problema de la inseguridad y la violencia, va a ser un debate nacional, un diálogo entre todos los mexicanos y todos los que tengan algo que aportar y el propósito es lograr la reconciliación y la paz.”
Ante reporteros, comentó que ha propuesto a invitar al Papa Francisco, como acompañante del proceso de reconciliación y pacificación del país, así como invitar a líderes de otras religiones, espirituales, de organizaciones sociales del mundo para analizar y discutir su propuesta de pacificación.
También acotó de que no mencionó algo sobre la amnistía a narcotràficantes o de reunirse con líderes del crimen organizado.
Con esta supuesta invitación y la posible creación de una “constitución moral”, se vienen abajo los preceptos del ex presidente Benito Juárez, quien defendía la independencia del estado y la iglesia.
Suena a una incongruencia terrible al discurso que por años AMLO ha enarbolado. Quizá todo se deba a su alianza con grupos ultraconservadores como el Partido Encuentro Social.
El problema de fondo es que AMLO plantea la invitación al Papa como una solución para el problema de la inseguridad en México. Es decir, prefiere confiar en un líder religioso que en la ley y en las herramientas del Estado para lograr la paz. ¿Y el juarismo?
¿Y si Juárez no hubiera muerto?… ¿Qué le diría al tabasqueño?
