VOLTEAR A VER A LOS NIÑOS. LA DEPRESIÓN INFANTIL Y LA PANDEMIA

Desde el 20 de Marzo del presente año en que la Secretaría de Educación Pública suspendió clases en todas las escuelas del país debido a los incrementos en el número de contagios del COVID-19, los niños juntos con sus padres, han tenido que enfrentar cambios importantes en la dinámica de su vida.

Mucho se ha hablado de los cambios en la dinámica de vida de los seres humanos a los que nos ha obligado la pandemia del COVID-19 que por momentos pareciera que llegó para quedarse. 

Sin embargo, poco se ha volteado a ver con atención cómo estos cambios han afectado de manera específica a los niños.

Los menores se han visto en la imposibilidad de poder asistir a sus escuelas y por increíble que pueda resultar, este hecho puede llegar ha generar en los menores una depresión.

La escuela para el niño no es sólo un centro de aprendizaje, sino además es un lugar para hacer amigos, un espacio de juego. El asistir a la escuela le da la posibilidad de separase de los padres por un lapso de tiempo permaneciendo en un lugar seguro.

Debido al confinamiento, el menor ha tenido que hacer un cambio en el método de aprendizaje; ahora sólo puede ver a sus amigos y a sus maestro a través de una pantalla, sus padres son los que supervisan en todo momento su trabajo escolar y pasan largos lapso de tiempo con ellos.

Por otro lado, también se enfrentan a diferentes miedos que la situación les puede generar: la dificultad dependiendo de la edad para comprender lo peligroso de la pandemia, el miedo al contagio, a que sus padres puedan enfermar, a quedarse solos, a que un familiar cercano pueda morir. 

Los cambios que ha impuesto la pandemia, así como las perdidas por muerte de familiares o amigos del niño, pueden hacerlos vulnerables ante la posibilidad de padecer una depresión. 

En el Manual Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales IV (DSM-IV-TR ), la depresión infantil se define como: la disminución del interés por las cosas y por las actividades que antes le atraían, así como alteraciones en el apetito, en el sueño y una disminución en la capacidad de concentración.

Como nunca se vuelve indispensable voltear a ver a los menores, observar su comportamiento, escuchar sus dudas y temores para que de acuerdo a su edad y de manera que resulte comprensible para el menor,  explicarles la situación y hacerle sentir que todos están haciendo lo necesario para protegerse.

Igualmente, si se estuviera ante la perdida de un familiar cercano al niño —abuelos, tíos—, es necesario hablarle con la verdad y no ocultar la muerte.

Para poder prevenir una depresión en los menores, es importante observar su conducta, establecer rutinas que comprendan tiempo para estudiar, ver televisión, comunicarse con sus amigos y tiempo para jugar con ellos y también que ellos se entretengan solos, así como no mostrarse tan exigente en el aspecto escolar y más comprensibles y atentos con sus miedos y necesidades.

Lo anterior contribuirá evitar que los menores puedan padecer una depresión a causa de los cambios que nos ha impuesto la pandemia.