La “familia feliz” de Morena resultó que no es tan familia ni tan feliz como decían. La elección del próximo presidente del partido político está dejando a su fundador, Andrés Manuel López Obrador, sin la posibilidad de decir “no somos iguales”.
A unos meses de que se realicen las elecciones más grandes de la historia y se pongan en juego 15 gubernaturas, Morena vive los mayores problemas internos de su historia.
Y es que las razones están a la vista de todos: filtran información a la prensa para quemar enemigos internos, se denuncian entre ellos, usan el presupuesto partidista para avanzar agendas particulares y todos, sin excepción, proclaman tener el apoyo del presidente.
Entre las acusaciones se encuentra Gibrán Ramírez Reyes a quien tachan de arribista, producto televisivo y hasta despilfarrador de recursos públicos.
En su defensa, cercanos salieron a señalar de acosador a Pedro Salmerón, del grupo de Bertha Luján, quien está apoyando a Citlalli Hernández más que a Porfirio Muñoz Ledo.
Por otra parte, siguen las dudas sobre la extraña alianza de Mario Delgado con el truculento Ricardo Peralta, a quien no dejan de criticar por no ser lo suficientemente morenista para encabezar Morena.
Cabe señalar que aunque 105 morenistas se han inscrito ante el INE para competir por la presidencia y la secretaría general, en realidad, son tres grupos –formados por legisladores y funcionarios públicos– los que disputan el control del partido.
AIS
