RESONANCIAS EDUCATIVAS

VIZARRETEA-CONSTELACION-POLITICA-SEGUNDO-DEBATE
Foto: La Otra Opinión

El inicio de clases tenía un sabor a fiesta, conocerías o volverías a ver a tus amigos, que, debido al periodo vacacional, muchas veces no tenías la oportunidad de una convivencia con todos, salvo los cercanos a tu casa. Y luego vendrían algunos que se sumaban a los nuevos cursos, por cambios de los trabajos paternos o nuevos domicilios que les daban cercanía a las escuelas.

Tendrías libros nuevos, profesores diferentes, que eran una incertidumbre sobre su trato y maneras de educar y cumplir con sus tareas. Los libros y los cuadernos, lápices y plumas, normalmente eran nuevos y los que se repetían eran por la simpatía que habían tenido con los estudiantes en el ciclo anterior, a veces los recursos escaseaban y había un grato e imaginativo reciclaje.

Los padres, más las madres que los padres, estimularían a dar lo mejor de ti, a no confiarse y trabajar mucho. A entender la cultura del esfuerzo y los premios por ello.

Desde luego, mucho tenía que ver con el año de ingresos a la primaria y, conforme se avanzaba en la escalera de la primaria, secundaria o la preparatoria, tendrías un incremento en la autonomía de tu propia educación y, si el turno que te tocaba, en la mañana o en la tarde, te daba la posición en tu movilidad, a veces los padres o un familiar te llevaban a la escuela y más tarde iban por ti, a veces te movías con el grupo de amigos o compañeros, ibas reconociendo el terreno, donde vivían, y cuán cercanos estaban a tu casa, importaba identificar las viviendas para saber cómo vivían los otros. Muchos hacían los viajes solos.

Los tiempos de reconocimiento de la otredad, prolongaba las relaciones de clase con las convivencias, las miradas, las tomas de mano, los besos iniciales, los noviazgos y los futuros compromisos, se iban tejiendo en la escuela y después de salir de ella. A veces el crecimiento ocurría por la vía de trabajos ocasionales.

Estudiar y trabajar te daba un estatus distinto en la escuela, sí, a veces era la necesidad familiar, pero otras, significaba disponer de un dinero para satisfacer gustos personales. No se pensaba en pedir, robar o esperar alguna dádiva, había tareas que se podían hacer y obtener remuneración, sin abandonar los estudios.

Era una ebullición de ideas, sentimientos, responsabilidades y formas para aprobar los cursos, pasar el año, era una duda, que conforme terminaba el periodo escolar, daba un escozor mental y estomacal; había la oportunidad de estudiar extraclase, ya por iniciativa del profesor o por necesidad e interés con los compañeros, a veces el deseo de seguir viéndonos estaba detrás de una tarea.

Hoy, eso suena muy lejano, y extraño, ajeno, hoy se discute sobre los libros de texto, los
problemas de los maestros y otros problemas en donde se usa la educación y a los estudiantes como carne de cañón.

Por demandas salariales, que pocos estudiantes entienden y se mantiene una solidaridad con tus maestros, sin conocimiento de la situación, desde luego son los inicios de la defensa de derechos políticos. Una politización abierta.

Hoy hay actores y factores de peso que nada tienen que ver con la educación; el bulling y las batallas dentro de las escuelas, el vendedor de drogas en la salida de las escuelas, los secuestradores y abusadores, la inexistencia de policías o autoridades que debían proteger a lo mejor, y en gran medida más débil de la sociedad, como lo son los estudiantes; las jóvenes que van creciendo y se construyen como mujeres y vislumbra su futura vida profesional o de trabajo. Que son afectadas por faltas de educación a su persona, dignidad o pertenencias que llevan a la escuela. Sean rufianes o autoridades con charolas o permisos.

Desde luego, también se miran vidas truncadas, ataques a balazos en las escuelas, secuestros y desapariciones, homicidios, feminicidios y pleitos extremos, que ponen en riesgo la vida de los estudiantes, los maestros, los padres de familia. Donde poco hace la autoridad responsable.

Las oportunidades de movilización social para buscar mejores condiciones de vida, en lo individual, lo familiar y lo social, disminuyeron para los estudiantes.

Ante los hechos trágicos entre grupos criminales o la ausencia de autoridad, ese futuro pesimista actual, ha disminuido los sueños estudiantiles, las becas ayudan pero no dan certidumbre ni seguridad alguna y, en ocasiones, distorsionan la propia formación educativa y llevan por rutas contaminadas que hacen perder la salud, la dignidad, la sana convivencia y hasta la vida.

El modelo educativo, si así se puede llamar, no está brindando las oportunidades para un
mejor futuro, mayores oportunidades de desarrollo con certidumbre y seguridad, para cumplir con lo que le toca a cada quien en el proceso de enseñanza aprendizaje.

Las virtudes del pasado, se han perdido en el presente, hay añoranzas, aún cuando las batallas por la excelencia educativa sigan latiendo en algunos corazones.

Y para decirlo abiertamente, en las escuelas universitarias y profesionales crecen los riesgos, las oportunidades de mejora se aíslan y limitan.

Es claro que siguen las batallas en las trincheras que cada quien tiene, los
años escolares seguirán su ruta, las vidas estudiantiles también, deseamos que sean placenteras para cada estudiante. No importa que no haya autoridades responsables y a favor de una educación para todos.

Las batallas deben ser libradas y no perder de vista que la educación forja el carácter y brinda oportunidades insospechadas para lograr sus metas.

Si bien los tiempos cambian, hay reminiscencias educativas que se anidaron en generaciones pasadas. Que aún les dan sentido a sus tareas actuales, a las conversaciones que entreveran las generaciones de los adultos o viejos con los jóvenes estudiantes. Algunos recuerdan, los más, y los menos podrán aprender de ese pasado que aún está vivo.