¿Recesión o no recesión?

Cuando usted lea este texto, el INEGI ya habrá dado a conocer la cifra oportuna del PIB para el segundo trimestre del año.

El equipo de Julio Santaella la tiene bien resguardada. No he obtenido quien me la adelante ni la he visto en ningún lado.

El consenso de Bloomberg indica que será una caída trimestral de -0.2 por ciento respecto al primer trimestre. Con ello, se acumularían dos trimestres a la baja.

En el lenguaje de los analistas, se trataría –si ocurre– de una ‘recesión técnica’.

Se trata de una denominación heterodoxa. En ningún texto económico se habla de ‘recesión técnica’.

Más bien se trata de una simplificación que ya tiene varias décadas.

Como la definición rigurosa de la recesión no es fácilmente comprensible, pues involucra caída generalizada de la producción, el empleo y las ventas, de tiempo atrás se empezó a hablar de ‘recesión’ cuando se suceden dos caídas del PIB a tasa trimestral, es decir, al estilo de medir de Estados Unidos.

Como aquí le he comentado una y otra vez, la entidad que define las recesiones en EU, el NBER, no acepta que las recesiones se definan de esa manera.

Pero, en términos de mercadotecnia, para los avisos de los intermediarios a sus clientes es muy atractivo hablar de recesión con apellido. Es decir, como no es una recesión aceptada oficialmente se habla de ‘recesión técnica’.

Al margen del resultado anunciado a las 6 de la mañana de hoy, que seguramente usted ya conoce, lo cierto es que, para todo fin práctico, la economía mexicana se encuentra estancada.

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 Y ya se lanzó el primer programa de rescate. Le aseguro que no va a ser el único.

Como ayer le comenté en este espacio, el esfuerzo de utilizar a la banca de desarrollo como una palanca para dinamizar la actividad económica es muy positivo.

Pero va a ser insuficiente.

Lo que se tiene que generar no es solo oferta de crédito. Esa existe, tanto en la banca de desarrollo como en la banca comercial. El tema de fondo es generar demanda de crédito.

Y esa se crea con confianza.

Como decía Cantinflas: “ahí está el detalle”.

No sé si algunos personajes que tienen entrada con López Obrador le han dicho que hay decisiones que quizás a él le gusten, pero que han generado desconfianza entre los inversionistas. No lo sé.

AMLO tiene dos perfiles.

A veces es doctrinario y en otras es pragmático, por eso es difícil de entender.

Como doctrinario, podría decir: “allá el sector privado y sus opiniones, si no les gusta lo que estamos haciendo, que se vayan a otro lado”.

Como pragmático asumiría que le disgusta ser condicionado por los inversionistas, a los que considera ambiciosos sin calidad moral. Sin embargo, sabe que son importantes para el desempeño de la economía. Y más aún, sabe que un enfrentamiento con ellos podría descarrilar todo el proyecto económico de este gobierno.

La clave está en que algún funcionario, empresario, asesor, de aquellos que el presidente escucha y cree, le explique que, si no manda otras señales de confianza, ni el programa anunciado el lunes ni, incluso, un paquete económico sensato para el 2020 van a ser suficientes para reactivar el crecimiento.

Hoy también bajará su tasa la Fed y quizás la siga el Banco de México el próximo 15 de agosto. Lo cual será bueno, pero también insuficiente.

Insisto en que hace falta un golpe positivo a la confianza.

Pero no sé si habrá la disposición a darlo. Tal vez se considere que darlo es muy ‘fifí’.