Realismo político vs berrinches y maniqueísmo

“La política no es un oficio noble y no se accede al poder por bondad o virtud”, afirma el analista Fernando Dworak en su texto titulado “En defensa del realismo político”, publicado en la revista Indicador político.

En su artículo, Dworak expone que la política es una guerra, que todos los contendientes deben estar preparados para el ataque y también para defenderse, como parte de la naturaleza humana. Y además, afirma que creer que la política es una actividad noble, o que los políticos tienen atributos superiores, solo facilita el triunfo de los charlatanes y demagogos… Razonamiento que perfectamente aplica a  Andrés Manuel López Obrador, quien resalta su propia –y supuesta– “superioridad moral”.

López Obrador dice encarnar una lucha de el bien —él y su movimiento— contra el mal —todos los demás—, generando simpatía entre intelectuales, opinadores  y académicos. El tabasqueño también es especialista en mostrarse como víctima, “habilidad” que también ha mostrado Ricardo Anaya.

Ante la falta de críticos, se crean reglas a modo siempre a favor de los políticos, mientras por otro lado la ciudadanía queda desprotegida. Por ese motivo las instituciones son debilitadas y sufren falta de credibilidad.

Ese es el caso de Ricardo Anaya: un candidato que hace berrinche por las acusaciones en su contra, y además pone en duda la credibilidad de la PGR y esta queda debilitada: “Los políticos lloriqueantes y victimizados terminan inevitablemente en el basurero de la historia”, sentencia el autor.

Ante este problema Dworak propone que la sociedad sea crítica, que la oposición demuestre con pruebas contundentes para poder juzgar y castigar a quienes incurren en conductas criminales. Pero a decir del autor es con una sociedad organizada que se puede romper el “pacto de impunidad” de los políticos.

Se trata de un llamado a la ciudadanía a que debata y cuestione el actuar de la clase política. Pero desde una perspectiva de realismo político: asumiendo que en la lucha por el poder todo se vale, pero corresponde a los ciudadanos juzgar la pertinencia de la estrategia de los políticos —el uso de las instituciones de gobierno contra opositores, por ejemplo— y su capacidad de respuesta —que puede ir desde la respuesta oportuna a las crisis, hasta la triste victimización de sí mismo que ha hecho Anaya—-.

El realismo político al que se refiere Dworak, implica también pedir a AMLO que su discurso vaya más allá de las buenas intenciones, y que dé argumentos —basados precisamente en el realismo político— sino que proponga sistemas efectivos de vigilancia y rendición de cuentas para combatir problemas tales como la corrupción.

Todo esto se puede lograr con la sociedad organizada, que esté dotada de información fidedigna, sea capaz de debatir, siempre con la cabeza fría, para evitar la confrontación y sobre todo a ejercer nuestra ciudadanía de manera responsable.