¿Quién es culpable?

Especial

El presidente López Obrador no es culpable de la violación, tortura y muerte de Fátima. Si acaso, se le puede cuestionar por la falta de sensibilidad con la que ha reaccionado a los feminicidios. Sí es responsable, en cambio, de politizar el tema.

Su afirmación de que los gobiernos neoliberales son culpables de la actual violencia busca echar la culpa a sus predecesores. No hay, sin embargo, una correlación entre las políticas liberales y la violencia de un país.

Estados Unidos, Canadá, Alemania, Singapur o Suiza aplican políticas liberales, pero sus índices de violencia son mucho menores al de México. Venezuela, en cambio, ha descartado el liberalismo, pero sufre de una violencia muy superior.

Las causas de la violencia son diversas y complejas. Suponemos que el recrudecimiento de la guerra contra el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón provocó el aumento de homicidios que comenzó en 2008, pero nadie ha podido explicar la baja en el sexenio de Vicente Fox y el primer año de Calderón, que llevó a que 2007 fuera el año menos violento registrado. Tampoco conocemos la razón del descenso de 2012 a 2014, que precedió al repunte que hoy seguimos sufriendo.

Si bien 2019 fue el año más violento desde 1990, la información disponible sugiere, aunque con datos menos precisos, que los índices de homicidios eran mayores en décadas anteriores. De 1936 a 1940 se registraban cifras de 60 homicidios dolosos o más por cada 100 mil habitantes y en 1940 se alcanzó un máximo de 67 (mexicomagico.org). Eran los tiempos de Lázaro Cárdenas, a quien difícilmente podríamos descalificar como neoliberal. En 2018, en contraste, tuvimos una cifra bastante menor, de 29.

Los homicidios de los años 30, sin embargo, eran distintos a los actuales. No había una guerra contra el narco. Cárdenas, de hecho, legalizó las drogas durante un breve período, hasta que las presiones de Estados Unidos lo obligaron a revertir la medida. Los homicidios eran producto de enfrentamientos cotidianos y al parecer de violencia contra las mujeres, aunque no tenemos cifras que distingan el género de las víctimas.

Alrededor de dos terceras partes de los homicidios actuales tienen que ver con el narco, pero los feminicidios son distintos. Estos proceden de una cultura de violencia contra la mujer, de la idea que el hombre tiene derecho a hacer lo que quiera con el cuerpo y la vida de una mujer.

El Presidente no es culpable de los feminicidios, pero su politizado diagnóstico no ayuda. Las libertades personales o económicas no tienen nada que ver con el problema. Los conservadores de los años 80 y 90 explicaban los feminicidios de Ciudad Juárez con el argumento de que el problema era que las mujeres trabajaban.

Hoy el senador morenista Martí Batres impulsa nuevamente este retrógrado razonamiento: “El feminicidio –escribe– es producto del neoliberalismo. Ciudad Juárez lo demuestra. Trabajadoras de las maquilas fronterizas, lejos de sus ciudades de origen y sus familias, sin red de protección social, fueron las primeras víctimas”. Todo se resolvería si las mujeres se quedan encerradas en sus casas, en sus ciudades de origen.

El feminicidio no es fácil de erradicar. Surge en parte de una cultura machista que enseña a los niños que tienen más derechos que las mujeres. Pero lo más importante es acabar con la impunidad. Si más del 90% de los homicidios quedan impunes, nunca podremos frenar la violencia.

Te puede interesar | Autoridades ubican casa en la que estuvo retenida Fátima

Imágenes

El asesinato de una mujer más a manos de su pareja no generó gran atención en un principio. Solo las fotos del cuerpo descuartizado de Ingrid provocaron la ira. Hoy el Gobierno se lanza no contra los feminicidas sino contra la divulgación de las imágenes. Quiere proteger a los feminicidas.