Un día triste

Especial

Por un lado, los portavoces de la cuarta transformación dicen que los 68 mil millones de pesos de fideicomisos que están extinguiendo se utilizarán para combatir el corornavirus, pero al mismo tiempo afirman que los investigadores, artistas, deportistas y demás que han recibido recursos de los fideicomisos los seguirán obteniendo, aunque ahora directamente del Gobierno. Las cifras no cuadran. O el dinero se usará para la pandemia o para los beneficiarios de los fideicomisos. Lo curioso es que, hasta agosto, en medio de la pandemia, la Secretaría de Salud ha subejercido su gasto. ¿Por qué la urgencia de apropiarse de más recursos para no utilizarlos?

El presidente López Obrador festejó ayer la aprobación por el Senado de las iniciativas para extinguir los 109 fideicomisos. “Se manejaban sin transparencia –acusó– sin control, con discrecionalidad y no había fiscalización”. Quizá haya habido irregularidades en algunos; pero, como me dijo ayer Sergio López Ayllon, director del Centro de Investigación y Docencia Económicas, el Cide, los fideicomisos son perfectamente auditables, y más: “No hay un solo caso documentado de corrupción en uno de estos fideicomisos”.

López Obrador acusó a los legisladores de oposición de “enseñar el cobre” al cuestionar, con argumentos, la extinción de los fideicomisos. “La defensa de esos fideicomisos –sentenció– era la defensa de la corrupción”. Advirtió también que se harán investigaciones y se procederá contra quienes hayan cometido ilícitos. Primero extinguió los fideicomisos, ahora los va a investigar.

Entre los fideicomisos que desaparecen están los de Conacyt, que representan unos 27 mil millones de pesos y permiten la realización de trabajos de investigación e inversiones en infraestructura científica. Muchos reciben aportaciones de instituciones extranjeras, que precisamente exigen los fideicomisos para fiscalizar los recursos, cosa que se vuelve imposible cuando el dinero entra a la bolsa general de Hacienda.

El fideicomiso del Cide es un ejemplo de los beneficios que se perderán. Aunque es una institución pública, el Gobierno no aporta recursos a su fideicomiso, el cual recibe recursos de instituciones nacionales e internacionales que buscan, precisamente, la transparencia y auditabilidad del fideicomiso. “Al desaparecer el fideicomiso –dice López Ayllon– no vamos a tener un mecanismo para administrar y recibir donativos. Nos están quitando un mecanismo útil que no costaba”.

¿Y para qué? No parece haber más intención que dejar en manos del presidente López Obrador todas las decisiones. Los fideicomisos, con sus compromisos de gasto definido, transparente y auditable, no son dúctiles para un gobernante que desea tomar personalmente cada decisión y recibir el crédito político correspondiente. Si algo del dinero queda para apoyar a deportistas o a científicos, estos tendrán que agradecerlo personalmente al señor Presidente.

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Los legisladores que aprobaron la extinción no escucharon razones. Tenían órdenes estrictas de Palacio Nacional. Fueron más allá y se burlaron de quienes ofrecían argumentos en contra. La senadora de Morena, Lucía Trasviña, gritó en el Pleno al anunciar su voto: “A favor, cabrones”. Entre los senadores morenistas, solo Germán Martínez Cázares rechazó la obediencia ciega y votó en contra.

López Ayllon lamentó el voto del Senado: “Es un golpe muy fuerte para la ciencia del país”, dijo. “Es un día triste”.

Inhabilitadas

La Secretaría de la Función Púbica ha inhabilitado por 30 meses a Pisa debido a una supuesta falta de su filial, la distribuidora Dimesa, en 2017. Unos días antes había inhabilitado a Psicofarma, la otra gran productora nacional de medicamentos. ¿Estará alguien preparando el terreno para otro fabricante en vísperas de la gran licitación pública que se aproxima?