¿Quién conoce a Ángela?

La autoridad requiere toda la ayuda posible. La sociedad debe poner de su parte. Sólo así se resolverá el caso de Ángela.

La participación ciudadana es la única que permitirá descubrir cómo una niña –de entre uno y dos años– fue golpeada, torturada, violada, asesinada y abandonada en una maleta, en algún parque, hace poco más de un año.

El poder judicial de la Ciudad de México necesita algún indicio, alguna señal o alguna guía para dar con la madre o el padre de Ángela; una pequeña que fue ignorada luego de sufrir una de las muertes más terribles de las que se tiene constancia.

Alguien, explica Edgar Elías Azar –titular del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México–, debió conocer a la familia de Ángela, alguien debió verlos por la calle, alguien debió venderles la ropa que usaba Ángela al momento de que la encontraron, alguien debió conseguir la maleta que se convirtió en la última morada de esta pequeña; alguien debe ayudar a que esta muerte tenga una explicación y a que se haga justicia.

Durante más de un año, los restos de Ángela –cuyo nombre real se desconoce–, estuvieron abandonados en las instalaciones de la Procuraduría Capitalina. Nadie preguntó por ella, nadie los reclamó, nadie la extrañó.

Por eso, este lunes –en el marco del Día Internacional contra el Maltrato Infantil–, el gobierno capitalino organizó un pequeño funeral para Ángela, una niña que se fue en las peores condiciones y que fue abandonada a su suerte al interior de una maleta, en algún parque de la ciudad.

La historia de Ángela es capaz de enfurecer, de enternecer y de reblandecer cualquier espíritu. Y es que, de inicio a fin, la vida y muerte de la pequeña son parte de una realidad que no debió ser y que tendría que concluir en un ejercicio de justicia.

La única forma en que esta macabra situación tenga un desenlace medianamente justo es si la autoridad logra dar con la familia de Ángela, si la opinión pública consigue entender la historia de esta pequeña y si los responsables de esta tortuosa muerte son puestos a disposición de la justicia.

Por eso, la autoridad requiere de todo el apoyo social. Quien sea que conozca o haya visto a Ángela debe poner de su parte. Sólo así podrá haber justicia.