Prolifera guerra sucia porque ciudadanos la consumen

Para nadie es un secreto que la guerra sucia se ha convertido en la regla de esta elección.

Para nadie es un secreto que las campañas –que siguen su marcha– son el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando alguien lanza estiércol al ventilador.

Y para nadie es un secreto que la elección de 12 gobernadores –el cinco de junio–, demuestra la falta de madurez de la clase política y de los electores mexicanos.

Sin embargo, lo que pocos han advertido es que la guerra sucia es –en buena medida–, responsabilidad de los votantes. ¿Por qué?

Porque como explicó Jorge Fernando Negrete en entrevista para La Otra Opinión, las escuchas, las filtraciones, los audios y el espionaje son –todos– ilegales.

Estas prácticas –de suyo cuestionables–, son violatorias de derecho e irrelevantes en un proceso judicial.

Sin embargo, cuando los ciudadanos legitiman estas prácticas, cuando los votantes dan por ciertos los rumores que aparecen en redes sociales –que luego se replican en medios de comunicación– y cuando los individuos exigen y consumen esta clase de información basura; entonces las prácticas cuestionables e ilegales –como el espionaje y las filtraciones–, se convierten en un éxito de mercado.

En pocas palabras, para Jorge Fernando Negrete –presidente de Mediatelecom, Policy and Law–, los mexicanos nos hemos vuelto adictos a esta clase de campañas sucias. En consecuencia, los políticos ofertan lo que los electores piden.

Es así que, aunque ilegales e improcedentes, las campañas de contraste se convirtieron en el arma socorrida del proceso electoral.