Populismo y corrupción hundieron a la izquierda en Brasil

El ultraderechista Jair Bolsonaro venció en la primera vuelta de las elecciones de Brasil. El candidato de ultraderecha obtuvo este domingo 46.7 por ciento de los votos, derrotando a su contrincante izquierdista Fernando Haddad, que obtuvo el 28.37 por ciento de los votos. De ese modo, se colocó como favorito para la segunda vuelta electoral que se realizará el próximo 28 de octubre.

En total, obtuvo el apoyo de más de 49 millones de electores, superando en más de 18 millones a su más próximo competidor, Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo y candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), liderado por Lula da Silva.

El excapitán del Ejército, conocido como el “Donald Trump brasileño” por sus comentarios racistas, misóginos y homofóbicos, Jair Bolsonaro, de 63 años, desde 1991 ha ocupado un escaño en el Congreso de Brasil representando al estado de Río de Janeiro.

¿Por qué los brasileños votaron por Jair Bolsonaro a pesar de sus polémicas declaraciones?

En un país que se encuentra seriamente afectado por la corrupción, millonarios desfalcos de dinero público, delincuencia y asesinatos violentos, se encuentra a Bolsonaro, candidato que no cuenta con muchos logros legislativos, pero nunca se ha visto inmerso en casos de corrupción como lo estuvieron los dos expresidentes izquierdistas Lula Da Silva y Dilma Rousseff.

Cabe recordar que Lula terminó en la cárcel y Dilma fue destituida, ambos por escándalos de corrupción. El descontento y el hartazgo llegaron al límite de los brasileños, tanto que lograron derrotar a los “políticos corruptos”, al PT y a Lula. Para muchos, el PT es el arquitecto de la más grande corrupción de la historia continental. Y el rechazo al PT es un rechazo hacia Lula.  

El miedo movilizó a la gente, pues los que votaron por Bolsonaro temieron el regreso de más deshonestidad en el Gobierno. Los brasileños, en su mayoría, se dieron cuenta del peligro que representa la falsa izquierda latinoamericana, como la que representan los gobiernos de Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) y próximamente nuestro presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

El tabasqueño todavía no toma posesión del cargo, pero continúa haciendo uso descarado de la demagogia, la cual es “encantadora de chairos”; sin embargo, muchas promesas de la próxima administración federal están destinadas al fracaso, tal y como se ha demostrado tan solo este fin de semana con la cancelación de los foros de pacificación, la irrupción de la CNTE y su amago a Morena, así como los problemas para organizar la consulta del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. ¿Del encanto al rechazo? Eso deberían cuestionarse AMLO y su equipo de colaboradores, quienes se presumen de izquierda, pero bien sabemos que muchos de ellos cobraron en años recientes con la derecha.