La política es diálogo, reflexión, acuerdo, búsqueda de consensos y claridad en las acciones; la antipolítica es cerrazón, imposición, violencia, autoritarismo y oscuridad irracional.
Desde tiempos antiguos, las clasificaciones de la actividad política de los individuos y los gobiernos o estado, señalaban sobre la pureza y aceptación de acciones, si eran en beneficio de la sociedad, de los otros o de los propios actores que gobernaban.
Así teníamos, por ejemplo el ser monárquico o el tiránico, el aristócrata o el oligárquico, el timocrático y el democrático, de ahí se articulaban otras derivaciones. Hasta que alcanzó la noción de sistema político, que pretendió desplazar la idea del Estado.
La aplicación de estas tipologías han estado manifiestas y latentes hasta nuestros días, lo mismo se dirigen a los actores políticos, que a las acciones de gobiernos o de grupos sociales.
La dialéctica política/antipolítica está relacionada con la libertad y la capacidad de decir, hacer o pensar, de unirse o separarse, de asumir la ciudadanía o ser súbdito.
Muchas veces las tipologías sirven para adjetivar en las batallas políticas, aunque no siempre esclarezcan, en los tiempos actuales de falsas noticias, tergiversaciones y profundas manipulaciones del significado de las palabras, se disminuye la reflexión, claridad y profundidad del sentido de las palabras, de la verdad y objetiva, provocando cierta pereza y hastío sobre lo que los actores expresan.
Desde luego la antipolítica busca socavar la política, disminuirla, manipularla y llevar agua al molino de los intereses personales o de grupos sociales y sí, muchas veces el individuo, grupos y sociedad, caen en el garlito, ya por ignorancia, necesidad, interés o deseo.
Es la discusión y el trabajo de información objetiva, del trabajo del concepto, de la reflexión necesaria, para actuar en consecuencia.
En el mundo de vida actual, no siempre los hechos que ocurren son claros y las evidencias no son suficientemente claras, ni las oscuridades, invisibles, ocultan todo, hay discontinuidades lógicas, que ocultan por imprecisión y evidencia las razones de lo que se nos presenta, solo el tiempo ayuda, con ese rumiar de la reflexión y el trabajo de noria de investigación.
Ocurre con los calificativos de amistad, alianzas, dependencias o subordinaciones, son constelaciones políticas, de poder, que el discurso va mostrando.
Los hechos y valores rondan en la política y la antipolítica, en cada asunto de interés, reflexión, o de diagnóstico, que conduzca a una serie de decisiones y acciones.
Desde una cosa dicha, mostrada o compartida, acciones públicas o privadas, programas o informes, bloqueos y violencia criminal, homicidios, acusaciones, amenazas, hasta el toma y daca del intercambio que el mundo global e internacional nos ofrece.
Las paradojas de hoy, son los acuerdos de ayer, lo que no se cumple termina por distanciar y confrontar, de ahí los reclamos, los encubrimientos de lo que se dijo y no se cumplió, de las razones de la sinrazón.
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Por eso la política y la antipolítica llevan al conflicto, pierden la noción de lo histórico, de la confianza, porque no pueden asumir errores, carencias o simplemente mentiras. Y entonces viene la imposición, el acto autoritario, la crítica irracional, el señalamiento de lo causado sin mirar las causas, la doble vara, la normalización de una antipolítica como el rostro de la política.
Así anda el mundo y así también la vida política nacional y la vida cotidiana. Es el eterno retorno de actores y factores.
Nadie quiere el papel del oligarca, el tirano o el demagogo, todos quieren ser generosos, conocedores y reconocidos, aunque en el fondo y en la superficie sepan que eso no es verdad, que es una simple mentira, una falsa opinión y que tampoco les importa que así sea, con tal de salirse con la pobre idea suya.
Difícilmente se construirá lo que bien desean todos y volveremos a repensar las ideas, los proyectos, y a proponer algo, como si nunca hubiese habido opciones, hasta que pasen y vuelvan las necesidades, los intereses, los deseos, las elecciones, las nuevas decisiones y se confunda la política con la antipolítica.
Así andamos navegando. Así las cosas.