Peña y la Corte; ocurrencias y estridencias

Faltan a la verdad aquellos que niegan que durante la integración de la Suprema Corte de Justicia existe un fuerte ingrediente partidista. ¿Por qué?

Porque tanto políticos como juristas saben que los ministros de La Corte son aprobados a partir de cuotas de partido.

Por tanto, también es engañoso que no exista –por lo menos hasta hace semanas–, un acuerdo para llevar a la Corte al senador con licencia, Raúl Cervantes. Lo cierto es que luego del escándalo mediático sobre el tema, es probable la caída de dicho acuerdo. Incluso que los partidos reacomoden sus prioridades.

Y si dudan que los partidos se reparten cuotas de la Corte, basta revisar el proceso de selección de los mas recientes ministros; Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Alberto Pérez Dayán –aprobados el 22 de noviembre de 2012–, y Eduardo Medina Mora, que ingresó a la Corte el 10 de marzo de 2015. Ortiz Mena era cuota del PRI, Pérez Dayán de Felipe Calderón y Medina Mora del PAN.

Más aún, vale recordar el penoso escandalo mediático detonado con la llegada del ministro Ortiz Mena a la Corte, quien en su primera prueba de lealtad a Peña Nieto debió torturar la ley para lograr la extradición de la secuestradora Florence Cassez.

En realidad, en la mayoría de los casos, la designación de Ministros de la Corte es producto de negociaciones políticas entre gobierno y partidos. Negar esa realidad es una ofensa a los ciudadanos; una ofensa a la inteligencia social.

Pero es tanto o más ofensiva para “la gente”, para la democracia y para las instituciones en general, que ciudadanos con una clara afinidad política –vinculados a Morena y al lopezobradorismo–, levanten una campaña para exigir a Peña Nieto el fin de las cuotas y los cuates en la integración de los ministros de la Corte. ¿Y por qué resulta cuestionable esa exigencia?

Porque esos demandantes pretenden imponer al presidente lo mismo que cuestionan del presidente. Es decir, quieren que Peña Nieto incluya en las ternas que enviará al Senado, a un candidato de los reclamantes. En pocas palabras, quieren su cuota y a sus cuates en la Corte. Pero engañan con el cuento de que deben acabar las cuotas y los cuates.

Sin embargo, y a pesar de los oportunistas de siempre, lo cierto es que resulta no solo saludable sino necesario el debate sobre la urgencia de revisar las reglas para la integración de la Corte. Y es que, en efecto, se ha abusado del amiguismo, las cuotas y los cuates.

Por ejemplo, en los últimos 70 años, en la Suprema Corte solo 11 ministros han sido jueces del Fuero Común. El resto son amigos de los grupos políticos hegemónicos del momento. Por eso, el Máximo Tribunal está totalmente alejado de la llamada “justicia cotidiana” o “justicia de a pie”.

Más aún, los jueces del fuero común conocen de manera directa los problemas que presenta y presentarán en el futuro los juicios orales que se implementarán en todas las materias del fuero común; penal, civil, mercantil y familiar. Y el poder judicial está lejos de esta problemática.

Por lo pronto, los estrategas de la casa presidencial deberán tomar nota sobre el debate en torno a un cambio urgente en los métodos para la selección de los integración de la Corte, más allá de calcular los costos políticos y mediáticos de mantener decisiones que son insostenibles; más allá de que Peña Nieto advirtió que su gobierno no es de ocurrencias ni estridencias. Al tiempo.

EN EL CAMINO.

La casa presidencial debió bajar un spot sobre la eficacia de las reformas, luego de una paliza en redes. El spot retaba “¡Ya chole con tus quejas!”.

Tomado de El Universal