Peña Nieto no hace milagros

En la misma conferencia de prensa en donde el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) dieron su informe sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, un grupo de padres de los normalistas insistió en todos los tonos: “Queremos que nos reciba el presidente”.

Lo curioso del caso es que los padres de los normalistas son tripulados por los mismos radicales que a lo largo de tres años enarbolan el estandarte de que Enrique Peña Nieto, es un presidente espurio, es ignorante, frívolo y fue impuesto por Televisa.

Es decir, que los padres de los normalistas y sus patrocinadores ven a Enrique Peña Nieto, como la moderna versión del “mesías milagroso”. ¿Por qué?

Porque creen que si el “presidente los recibe, los escucha y conoce sus preocupaciones; el caso Ayotzinapa, la desaparición de los normalistas y el castigo a los culpables se resolverá “como por arte de magia”.

Asistimos les guste o no a quienes están detrás de los padres de los normalistas, al más insultante remedo de lo peor del viejo sistema político mexicano. ¿De qué estamos hablando? Sí, de una de las prácticas más cuestionables de los tiempos del PRI autoritario, vertical, antidemocrático y represor.

Y es que quieran verlo o no, en el sistema político mexicano el presidente ya no es un servidor público con poderes limitados, al que hoy todos pueden criticar, y que está sometido a las reglas de los tres poderes de la Unión y los tres órdenes de gobierno que rigen al Estado mexicano.

Dicho de otro modo, que el presidente puede escuchar a los padres de los normalistas, expresar deseos y buena voluntad pero, en el fondo, está limitado al trabajo y el desempeño de las instituciones en el caso de la atención de la tragedia de Iguala.

Creer que una visita a Los Pinos y una reunión con el presidente Peña Nieto serán suficientes para mover los pesos y contrapesos que hagan posible la solución del conflicto, es por decirlo suave, una estupidez.

En el fondo los patrocinadores y quienes manipulan a los padres de los 43 intentan un chantaje y una presión política. ¿Por qué? Porque saben que la investigación del caso y la aclaración de las dudas y el castigo a los responsables no dependen de Enrique Peña Nieto, sino del resultado de la indagatoria y del trabajo correcto de instituciones de los poderes Ejecutivo y Judicial.

Quienes tripulan a los padres de los 43 quieren llevar al gobierno de Peña Nieto a un punto de quiebre; quieren que prometa que resolverá el caso como “por arte de magia”, quieren que el problema se convierta en un asunto político y en un escándalo mediático para, con ello, seguir con la estrategia de derrumbar al gobierno, debilitar la democracia e imponer a un populista en el poder.

Al tiempo.

Tomado de La Silla Rota