¡PELEARÁN A MUERTE LAS “CORCHOLATAS”!

itinerario-aleman
Especial

Primero un ejercicio de imaginación.

¿Imaginan, por un momento, a Marcelo Ebrard doblegado frente a la eventual candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum?

¿Imaginan a Ricardo Monreal declinar sus aspiraciones presidenciales a favor de Claudia, la preferida de Palacio?

¿Imaginan a Marcelo Ebrard y a Ricardo Monreal fuera de la boleta presidencial del 2024?

¿Imaginan a Claudia desplazada de la contienda?

Sin duda que el escenario que se vive al interior del partido oficial no solo resulta explosivo sino de alto riesgo político.

Y es que la contienda del 2024 será “la última llamada” para los tres precandidatos con más posibilidades de competir por Morena en la contienda presidencial por venir.

Por eso, a partir de la premisa de que “no habrá mañana” para ninguno de los tres, veremos una pelea a muerte, sin reglas básicas y, sobre todo, en un escenario que la voz popular conoce como “a navaja limpia”.

Y la primera evidencia de la “carnicería” por venir la vimos en días recientes, cuando dos de los presidenciables se culparon mutuamente por la tragedia de Ciudad Juárez, en donde perdieron la vida 39 migrantes.

Lo cierto es que la guerra apenas empieza y el escenario previsto tiene todos los ingredientes de un peligroso “todos contra todos”, que parece ser el escenario ideal que daría paso a una revuelta que termine con la muerte de la democracia mexicana.

Pero vamos por partes.

El caso de Claudia Sheinbaum resulta peculiar si partimos de la premisa de que es la preferida de Palacio y de que su carrera política no tiene más mérito que haber caminado de la mano de Obrador, a quien debe todas las posiciones que ha obtenido. Sin embargo, lo que parece una limitante en realidad se ha convertido en la mayor virtud de la señora Claudia.

¿Por qué?

Porque de todos los aspirantes presidenciales avalados por Morena, Claudia es la única que garantiza lealtad absoluta a su mentor; porque de llegar a la presidencia no perseguirá las pillerías de su antecesor y porque en un escenario extremo garantiza ser un mero parapeto detrás del cual seguiría gobernando López Obrador.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas para la aún jefa de gobierno de la capital del país. Y es que su gestión ha mostrado serias deficiencias que le han afectado en porciones importantes del electorado de la Ciudad de México, al extremo de que no pocos sondeos de opinión dan por perdida la capital para Morena.

A su vez, para Marcelo Ebrard la contienda del 2024 es la última oportunidad para alcanzar el anhelado sueño presidencial; aspiración nacida en sus años de estudiante universitario, en el Colegio de México, en donde se sumó al grupo político de su primer mentor, Manuel Camacho, ya fallecido.

De la mano de Camacho, Marcelo alcanzó los primeros círculos del poder, hasta llegar a la jefatura de gobierno de la mano de López Obrador, con quien compitió como precandidato presidencial en 2012.

En esa ocasión, Marcelo tenía su alcance todo para convertirse en candidato presidencial, ya que, como jefe de gobierno de Ciudad de México, contaba con todos los instrumentos para investigar y castigar la montaña de corruptelas cometidas en la gestión de AMLO al frente del antiguo DF.

Marcelo preparó todo para empujar la muerte política de Obrador, pero al final se acobardó y dejó el camino libre para el tabasqueño, a cambio de una siguiente oportunidad. En pocas palabras, a Marcelo “le tembló la mano”.

Por eso, porque cree que “Andrés” se la debe, Marcelo está seguro de que él será el elegido de Palacio.

Lo simpático del tema es que si al final “el dedo” de Palacio no beneficia a Marcelo, no habrá mañana para el ex jefe de gobierno de Ciudad de México y entonces podríamos ver una “rebelión en la granja”.

Es decir, Marcelo peleará con todo por estar en la boleta y podríamos ver una disputa entre los dos ex jefes de gobierno; Claudia y Marcelo, en medio de acusaciones mutuas de corrupción. Es decir, veríamos la guerra.

Por último, Ricardo Monreal tampoco abandonará la plaza y está listo para competir por la vía independiente o, en su caso, a través de cualquier partido o coalición que decida cobijarlo.

Monreal, como todos saben, no es bien visto por López Obrador, ya que es el menos incondicional de los presidenciables, lo que lo deja en el bando de los adversarios.

Por eso no resulta descabellado la hipótesis de que en el 2024 veremos una guerra civil en Morena, lo que favorecería el Maximato al que aspira López Obrador.

Al tiempo.