Durante meses, el panismo lamió sus heridas electorales.
Y durante semanas, los panistas exacerbaron sus diferencias y demostraron que el peor enemigo del PAN se encuentra dentro de Acción Nacional.
Sin embargo, este fin de semana, durante la Asamblea Nacional del partido azul, las diferencias parecieron quedar atrás.
Por un momento, los líderes de las dos facciones partidistas compartieron el escenario.
En un extremo, el presidente nacional del partido, Ricardo Anaya. El llamado joven maravilla saludaba a sus correligionarios.
Del otro lado, el ex presidente Felipe Calderón era ovacionado, fotografiado e incluso aprovechaba las cámaras y micrófonos para censurar el intento del PRI por regular el tiempo en medios de los partidos políticos.
En ocasiones, parecía que el panismo había recordado que sus adversarios están fuera del partido. No dentro.
En ocasiones, todo indicaba que el PAN había aprendido de sus errores.
En ocasiones, quedaba la impresión de que los azules finalmente hicieron a un lado las diferencias.
Sin duda, más de uno se alegraría de ver al PAN en una sola pieza. Después de todo, un partido fragmentado es un partido que no gana elecciones.
No obstante, a pesar de los buenos deseos y de las buenas señales, una pregunta permea en el aire, ¿cuánto tiempo les durará el amor? ¿será que, realmente, el PAN superó sus diferencias?
Aquí creemos que no. De hecho, como ya hemos dicho, todo apunta a que Felipe Calderón –y un grupo de sus leales– abandonarán el PAN en cualquier momento.
