Otros actores

Ayer hablamos de cómo se está reconstruyendo el sistema político, después de la desaparición de casi todos los partidos. Sin embargo, esos no son los únicos actores relevantes, y conviene también dar una primera lectura, a poco más de tres meses de la elección, de lo que ocurre en este renglón.

En primer lugar, los empresarios de mayor riqueza, muchos de los cuales hicieron su fortuna al amparo del Estado bajo el viejo régimen, muy rápidamente hablaron con el triunfador de las elecciones. Conociendo ese viejo sistema, no se ve mayor dificultad en reconstruir puentes con el nuevo gobierno. Sin embargo, no todos provienen de ahí. Algunos se hicieron, o reinventaron, durante los últimos treinta años, y para ellos (y ellas) el nuevo gobierno sí es una amenaza. Pasar de un sistema de reglas (en construcción) a uno arbitrario (como lo fue el previo), no es una buena noticia. Imagino que estarán pensando estrategias para este nuevo entorno.

Del otro lado, los trabajadores parece que regresarán al corporativismo en pleno. Para eso la reversión de la reforma educativa, la liberación de Elba Esther, el regreso de Napoleón, y tantas otras cosas. Por ahí circula incluso la idea de que se conforma una nueva central obrera. No sé si esto funcione, considerando el cada vez menor poder de los obreros en la producción, y el mayor peso de los clientes y del conocimiento. Pero es muy posible que quien ve al mundo como si estuviésemos en los setenta, imagine esta nueva Central como algo definitorio. En el fondo, no es muy diferente del enfoque comercial de Trump.

Otros actores que fueron relevantes en el pasado parecen no tener mayor importancia ahora. La Iglesia católica es uno de ellos. Juega en su contra el desprestigio internacional (por los casos de abuso), el nacional (por el pobre liderazgo de Norberto Rivera), y el ascenso de los grupos evangélicos, que fueron importantes en el triunfo de López Obrador y parece que le son cercanos. Aunque en el Bajío y parte del norte del país la Iglesia católica sigue siendo relevante, todo indica que lo es cada vez menos.

Los grupos sociales, que es una forma de designar a grupos organizados que están en la frontera con la subversión, como es la CNTE, han ampliado su actividad. Ya hasta reaparecieron los macheteros de Atenco, aunque sean pocos. La Coordinadora ha reventado ya uno de los foros de discusión de la reforma educativa, y amenazan con actuar de forma cada vez más agresiva. Parte del tema tiene que ver con lo laboral, parte con lo político. Ideológicamente, este grupo está cercano a los radicales de Morena.

Los medios de comunicación, en cambio, parecen de capa caída. Incluso fallaron en cubrir la nota de la visita de AMLO a Cardiología, en algo que su oficina ha revelado como cita de rutina, pero cinco días después de haber aparecido las fotos en redes. Por cierto, hay que insistir que Andrés Manuel ya no se debe a sí mismo, sino a su investidura, de forma que su salud, y su seguridad personal, son asuntos de Estado que merecen no sólo atención mediática, sino atención preferente. A nadie le conviene que sufra una enfermedad o un accidente.

Finalmente, y un poco en respuesta a comentarios en redes, está la familia presidencial. Ya en 2013 AMLO delegó en su hijo homónimo la dirección del movimiento frente a la reforma energética, con magros resultados. Lo que hoy hagan sus hijos, su esposa, sus hermanos o primos, es relevante. Si uno de ellos gobernará Tabasco, y un familiar cercano Chiapas, y la conexión entre ambos llevará el SAT, son cosas que deben estar absolutamente claras. Esto, al final, también es un grupo de poder.