El infierno que vivieron los pobladores de Culiacán, Sinaloa, desde el jueves pasado no sólo afectaron la imagen del Gobierno Federal sino que cientos de familias trabajadoras también vieron sus vidas frenadas por la violencia en el estado.
Vehículos quemados, casquillos de armas de alto calibre y los cuerpos de cuatro presuntos sicarios en Tres Ríos obligaron a los locales a cerrar negocios y escuelas como precaución por los hechos ocurridos en las últimas horas.
Los 19 vehículos que los narcotraficantes incendiaron para bloquear la ciudad ya fueron retirados, además de los escombros que dejaron los enfrentamientos.
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Las calles aún permanecen desiertas, instituciones bancarias decidieron no arriesgar a cuentahabientes y empleados y por ahora no realizarán operaciones, incluso el partido entre los Tomateros de Culiacán y los Sultanes de Monterrey fue cancelado y pospuesto hasta nuevo aviso.
Elementos de la Guardia Nacional se mantuvieron encuartelados y dejaron de realizar patrullajes, además, trascendió que la zona en la que fue detenido Ovidio Guzmán Loera no contaba con vigilancia.
