Nadie sabe por qué ni hasta cuándo; sólo sabemos que el Politécnico se fue al paro.
Algunos dicen que el cierre de los centros de estudio es en protesta por los porros.
Otros dicen que el paro obedece a un cambio administrativo en la operación del IPN.
Y otros más dicen que en el Poli bajaron las cortinas en protesta por la reforma educativa.
Sin embargo, nadie sabe –a ciencia cierta–, por qué el Politécnico Nacional suspendió clases.
Acaso por eso, el secretario de Educación Pública –Aurelio Nuño–, decidió que no les hará el caldo gordo.
Y es que, luego que el titular de la SEP convocó a los estudiantes a dialogar en las instalaciones de la dependencia a su cargo –y luego que estos se negaron a negociar–; Nuño dijo que no habría abriría una mesa de diálogo hasta que regresen a clases.
Es decir, que como el mismo Nuño advirtió, no caerá en el juego perverso de los estudiantes.
El asunto no es menor pues, hace un par de años, una jugada similar –que tampoco tuvo pies ni cabeza–, costó el cargo a la entonces directora del instituto –la señora Yoloxóchitl Bustamante–, por eso se antoja positivo que Nuño se niegue a ceder a las ocurrencias de un grupo porril al que poco o nada le importa la educación y que, según parece, se mueve por interés político y partidista.
Por eso preguntamos, ¿será que la cordura finalmente llegará al Politécnico Nacional? ¿por fin veremos a los politécnicos entrar en razón y admitir que este paro loco no llegará a ningún lado? ¿se mantendrá el secretario Nuño en esa postura? Y más importante, ¿funcionará la estrategia de Aurelio Nuño?
