Pese a que los Estados Unidos son el país más afectado por la pandemia de coronavirus, el Gobierno norteamericano no ha cesado en su intento por edificar el muro fronterizo entre su frontera y México, incluso con la protesta de los vecinos del lugar quienes ven un foco de infección en los trabajadores de la obra.
Y es que, apenas el 24 de marzo pasado, las autoridades federales decidieron modificar uno de los contratos para la construcción para agregar 2.4 kilómetros en Yuma, Arizona, con un muro de 9 metros de alto, material para que no pueda ser escalado y con un precio de 55.8 millones de dólares.
Por su parte, la organización ambiental Sierra Club emitió dos demandas en contra de las acciones del gobierno del presidente Donald Trump en donde impugnaron el uso de fondos del Departamento de Defensa en plena crisis sanitaria.
A ellos se sumaron activistas y legisladores quienes han exhortado al Ejecutivo a detener las obras mientras atraviesan la epidemia pues es una realidad que los trabajadores pueden ser portadores del virus y agravar la curva de contagios.
