MENTIR CON LA VERDAD

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Foto: La Otra Opinión

Es tan burda la fórmula que no parece ser cierta. Hoy día escuchamos discursos y observamos acciones en los actores políticos que no podríamos concebir su aceptación. Por burdos y rampantes, por una desnudez que expone una simpleza que, ante ello, al ver mentira, falsedad, contradicción o irracionalidad quisiéramos encontrar otras expresiones, que nieguen lo llano y tragicómico que la situación considera. Son ocurrencias caprichosas, en forma de intereses personalizados, que escandalizan los alcances y límites de una posición en las relaciones de poder público, que hacen de una investidura institucional una caricatura que es la manifestación absurda de la inestabilidad, incertidumbre y sinsentido.

Decir una cosa en la mañana, hacer otra al mediodía y pensar otra más por la noche, es una noria que conjuga incongruencia, irracionalidad e inconsistencia. Llegar a esa circunstancia es entrar al teatro del espectáculo de la política. A la posición destructiva de toda posibilidad ajena al circuito de interés. A una megalomanía política.
Así hemos visto el devenir de estos últimos años.

Un proceso intenso de destrucción de oportunidades, de sepultar instituciones, de borrar normas fundamentales, de negar desarrollo y seguridad, de dañar salud, de mostrar cercanía con delincuencia, acabar con futuros educativos, de corromper procesos productivos, de impulsar elefantes blancos, de hacer de la ignorancia el señorío tropical, de pretender la cerrazón como castigo a unos y otros, de corromper a los cercanos familiares y colaboradores, de envidiar el prestigio y la capacidad ajena, de enfrentar toda resistencia axiológica, de no comprender la otredad y, sobre todo de una mitomanía que confunde la auto justificación, con una pretendida propaganda de cuarta que cae en manipulación informativa.

La expansión del pensamiento único ha refinado el discurso del odio, colocando la repetición incesante con una pretendida posverdad a la Goebbels.

Sin duda hay complicidades interesadas, la indolencia del pensamiento establece alianzas, la oportunidad de un lodazal compartido o bien la incapacidad de trabajar para impulsar oportunidades de desarrollo y seguridad que se visten de abierta corrupción, abusos de la ley, robos y fraudes, o manifestaciones grotescas y sonoras.

Hemos alcanzado denigrantes espectáculos que pretenden mostrar opositores inexistentes.
Si bien la verdad libera, compartirla se ha vuelto un acto de la revolución de conciencias, que objetive la realidad y muestre la opresiva y reiterada mentira, de la falsedad de un quehacer público que raya en el absurdo.

Cuánto resista la paciencia, de qué tamaño sea la prudencia y hasta cuándo la persistencia en defender intereses distintos se mantengan, es parte de una catilinaria en construcción.
Así las cosas en el poder palatino. Jugar al taimado con el poderoso, recular ante el error consumado, violentar para revolver el molino, tirar la piedra y esconder la mano, escupir para arriba, denostar e injuriar, amenazar y fingir arrepentimiento, burlarse de los otros, son formas que muestran la pequeñez de una disoluta y mezquina vida, que brota en el discurso cotidiano como pus dolorosa que todo ensucia y contamina.

La mentira como forma de vida, termina por destruir al mentiroso y a su mundo falso.
Pagar por ver es muy costoso ya, destrucciones institucionales, junto a excesos presupuestales, pueden arruinar presente y futuro de una sociedad.

Veremos cómo se desempeñan los actores en esta última parte de una tragicomedia política anunciada.

Veremos de qué están hechos todos y cada uno de los mexicanos.