Mentes brillantes, mentes obscuras

Todos los días vivimos diferentes situaciones ¿Qué podemos aprender de ellas? Si así lo elegimos, nuestra vida puede ser un eterno aprendizaje. Podemos aprender de todo y de todos en cualquier momento. Desde luego que es más fácil aprender de quien tiene experiencia y conocimiento de un tema. Sin embargo, las grandes lecciones de vida pueden venir de leer una frase, la letra de una canción, o en mensaje en un comercial. Simon Kuper publicó hace unos días en el Financial Times, una columna sobre los hábitos de las personas altamente inteligentes titulada: “What we can learn from people with beautiful minds”. (¿Qué podemos aprender de las personas con mentes brillantes?) Con un gran sentido del humor Kuper va explicando cada uno de estos ocho hábitos, de los que todos
podemos aprender. “Si no puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño”. Dijo Hipócrates, médico de la antigua Grecia. En este caso, si no podemos seguir los hábitos de los genios, por lo menos evitemos hacer tonterías.

El primer habito trata de ver cualquier oportunidad para aprender. Sin duda importante. Por ello, hay que evitar que las situaciones que vivimos nos dejen intactos, sin aprender de lo que nos sucede. El aprender de errores y fracasos es el único camino posible del éxito. Negar la realidad nos deja estancados en la necedad y llenos de amargura.

Los seres inteligentes dejan su mentes libres para poder ver a otras personas; les das toda su atención. Su foco está en el exterior, a diferencia de los narcisistas que no ven más allá de su naríz. Cuando nos atoramos en el “yo-mi-me-conmigo” perdemos la riqueza del mundo exterior. Recuerdo una cena con dos actrices que no dejaron de hablar de las modificaciones que hacían a sus vestuarios de las telenovelas. No se percataron que los demás estábamos mortalmente aburridos y no veíamos la hora de pedir la cuenta. La mala noticia: todos tenemos momentos así.

Simon Kuper dice que las mentes brillantes sufren de una aburrición angustiante en la vida social. Probablemente tengan razón, tienen tanto que aprender y aportar que resienten desperdiciar el tiempo en trivialidades. Mensaje claro de que resulta vital evitar perder el tiempo en cosas superfluas. Aceptémoslo, pasarnos horas en chismes o poniendo corazoncitos a cuanta información vemos, no nos hará mejores personas, es perder el tiempo.

Las mentes privilegiadas, a pesar de ser especialistas en sus temas; siempre están tratando de dominar otros campos. Saben de química pero quieren entender a profundidad la biología. El no quedarnos en nuestra zona de confort, cuesta trabajo pero reditúa siempre. Lo más peligroso es dormirnos en nuestros laureles y dejar de esforzarnos, para vivir de que se nos recuerde por lo buenos que fuimos alguna vez. Existen miles de ejemplos de “one-hit-wonders” que a pesar de que lograron alcanzar la fama, sus historias son ejemplo de fracaso o expectativas fallidas.

Recopilan ideas de muchas fuentes. Una mente brillante puede ver las situaciones desde varios ángulos. Ponerse en los zapatos de otros. Sin embargo, una mente obtusa, tiende a hacer lo contrario. Se aferra a una sola idea, considera válida una sola fuente de información y solo ve a personas que comparten sus puntos de vista. Su mundo
es inamovible. Se creen dueños de la verdad absoluta Las mentes privilegiadas suelen trabajar en los que ellos quieren; no en lo que el mundo quiere imponerles, sin
importar que perjudique su carrera profesional, oportunidades o sus ingresos. Sin una uno de los peores errores de vida es dejar de hacer lo que nos gusta para complacer a otros. Vivir cumpliendo los sueños de nuestros padres, las exigencias de nuestras parejas o hijos, sin hacer jamás lo que queremos hacer, es una condena al resentimiento y frustración.

Quienes poseen una mente brillante, tienen la imaginación suficiente para tener ideas geniales y pero también, la humildad para buscar la técnica para corroborarlas. Una mente obtusa es incapaz de aceptar sugerencias, entender de datos o valorar la realidad. La soberbia mata cualquier talento.

Por último: las personas con mentes hermosas dicen lo que piensan que es verdad, no lo que es socialmente apropiado, ni lucrativo. Tampoco optan por la sabiduría convencional, ni optimista o beneficiosa para su causa política. Es decir, son lo opuestos a un maromero, lamebotas o palero y lo mejor que puede pasarnos. Quizá este sea uno de los hábitos más necesarios en tiempos de postverdad y fakenews, en los que la que la objetividad
parece perderse en un océano de diatriba.

No todos fuimos bendecidos por una mente brillante; probablemente no podremos llegar a sus conclusiones; pero sí podemos tratar de imitar sus hábitos. Si esto resultara difícil, de menos tratemos de evitar ser obtusos. Ya es ganancia.

Buen domingo a todos.

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