Tras el fracaso de la captura de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, se rumora que el secretario de la Defensa Nacional, el general Luis Cresencio Sandoval, no está nada contento de que con el accionar del secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, y con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El motivo del enojo es que en el operativo del pasado martes, donde se capturó y liberó a Ovidio Guzmán López, los militares enviados ni siquiera sabían cuál era la misión hasta que se vieron superados en número y armamento.
Se rumora, que tanto Durazo como López Obrador quisieron colgarse el logro de haber capturado a los herederos del impero de Guzmán Loera por lo que ambos habrían organizado el operativo sin consultar previamente al Ejército, llevando sólo a los soldados improvisados de la Guardia Nacional.
Esta versión de los hechos podría ser la que más sentido cobre pues el sorpresivo ataque al convoy no concuerda con el accionar de las Fuerzas Armadas en detenciones del mismo tipo.
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Tal como sucedió con el proceso de aprehensión de Arturo Beltrán Leyva en donde se instalaron dos anillos como cerco, se desalojaron los edificios aledaños para evitar daños colaterales, estuvieron presentes 200 marinos y un grupo élite encargado de la detención.
La estrategia en Culiacán no hace que el presidente sea un mártir por “decidir salvar las vidas de los soldados”, más bien muestra que no tiene conocimiento militar, que sí pone en riesgo a mexicanos inocentes y que el narco lo sometió sin siquiera poder resistirse.
